Desde varias cuadras antes de llegar al panteón Jardín, la venta de refrescos, aguas y bebidas refrescantes era evidente, incluso en algunas casas de vecinos qué improvisaron sus puestos de venta.
Conforme se avanzaba, los puestos y vendedores ambulantes incrementaban notablemente, así como la variedad de productos.
Los vendedores ofrecían desde flores naturales y de papel, calabaza en dulce, frutas cristalizadas, cocadas, manzanas acarameladas y hasta manches curtidos en alcohol, la mayoría a un costo de 20 pesos, aunque en algunos otros puestos los daban a 30.
Lo mismo sucedió con las hojuelas y buñuelos, donde el precio era 10 pesos más caro, a 40 pesos.
“Lo doy en 40 pesos, pero con 4 hojuelas bien grandotas, allá lo dan en 40, pero solo traen 3 hojuelas”, dijo la vendedora para convencer al cliente, quien terminó comprando las gigantescas hojuelas, que a la vista se veían sabrosas, acompañadas de la bolsita de miel, que parecía ser insuficiente para el tamaño de las 4 hojuelas".
Volovanes, gelatinas, tamales, tacos diversos, chiles rellenos, tortas, en fin, una amplia variedad de comida de todo tipo, hasta carnitas y chicharrón.
Además de la venta de diversos artículos como cubrebocas, pulseras tejidas, llaveritos, lentes y muchas curiosidades más que hacían desembolsar los pesos de los bolsillos más impulsivos.
Por supuesto que los negocios dedicados al ramo funerario no podían faltar y se hicieron presentes con su stand de venta, con cómodas sillas y sus carpas para ofertar planes funerarios, cremaciones, urnas, entre otros.
También aquellos que se dedican a la venta de monumentos funerarios, exhibieron sus trabajos para animar a los clientes.
A la entrada del panteón, lo que menos se esperaban los visitantes era ver a un pintor ofreciendo retratos al óleo.
Elmer es el nombre del artista que por más de tres mil pesos oferta su arte.
“Solo tienen que dejar 200 pesos de anticipo y una la foto de la persona, al concluir el trabajo liquida el resto”, dijo mientras dejó en pausa a una persona con la que hablaba por el celular".
Ya dentro del panteón la oferta principal era la comida, cubetas de agua y música, lo esencial para pasar un rato en los sepulcros, después de limpiar y lavar las tumbas, comer y cantarles a los muertos y por qué no, hasta bailar.
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