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¡Güero, güero…!

¡Güero, güero…!
Sociales | 2019-06-04 |
¡Güero, güero…!
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La ciudad de Veracruz a lo largo de su historia ha recibido diversos nombres, algunos de ellos relacionados con el clima y con las enfermedades. Uno de los problemas que aquejaba a la ciudad era el ambiente insano provocado por diversos factores, de ahí que finalizando el siglo XIX se buscaba la transformación urbana para aminorar algunos aspectos relacionados con la salud, por lo que se atendieron las calles, las fuentes y la salud, entre otros.

Para aminorar la situación insalubre en alimentos y ciertas bebidas, se consideró el uso de algunos productos que se empleaban para elaborar, dar color y sabor a estos, entre ellos la nieve, notificándose cuales serían los ingredientes que se usarían para su elaboración.

José Ronzón escribe en el artículo El puerto de Veracruz en las postrimerías del siglo XIX. Contrastes de una ciudad portuaria, cuáles eran esos ingredientes, “para el color rojo solo se usaría la cochinilla, orchilla, sándalo, haya de mirtilo; para el amarillo el azafrán, cúrcuma y jengibre entre otros; para el azul el añil vegetal y para el verde, violeta y naranjo”.

Algunos de estos productos eran originarios de Arabia, de Persia, del norte de Europa de Oriente Medio y la antigua Mesopotamia y de Asia. 

Quizá debido a esta prohibición disminuyó la elaboración de ciertos productos, como es el caso de la nieve, que seguramente era mayormente consumida en los meses de calor.

Para el calor

En el periódico El Progreso. Segunda Época. Periódico de Política, comercio, variedades y anuncios del año 1872, se leen algunas notas relativas a un producto tan solicitado y consumido en la época de calor: el helado.

En la nota, que hace referencia precisamente a la nieve y al calor, se lee lo siguiente: “El ciudadano que achicharra al prójimo como si fuera una lonja de pellejo”, está por llegar asomándose por el Caballero-alto de San Juan de Ulúa”.

Ante la llegada del “astro rey”, la población y algunas casas se preparaban para recibirlo y entre ellas la Casa Alba, quien todos los días celebraría la llegada del sol con sorbetes mexicanos, helado elaborado con jugo de frutas o licores; mantecados franceses, cuyo origen se da en el siglo XVI y riquísimos granizados napolitanos, del cual se dice que la granita o granizado es típicamente siciliano.

Otro anuncio que inmediatamente le sigue al anterior comunica la fecha específica en la que estarán preparados los helados, siendo el domingo 17 de febrero. En el café de El Alba se podían encontrar todas las noches helados de diversos sabores preparados con frutas del país y en otros casos con las importadas, sin olvidar que uno de los productos preferidos lo era el mantecado.

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Para la sed

Otra bebida refrescante fue la llamada “Néctar soda”. ¿Cuál es su origen o de dónde proviene? En el artículo aloja a las bebidas isotónicas: así saciamos la sed los españoles desde el siglo XVII, de Marta Valdivieso, dice que las aguas refrescantes las han preparado y tomado nuestros ancestros elaboradas con diversos productos, como el agua de horchata, de guanábana, de piña, de limón, pozol, etc.

Y también se hacían otras que después fueron adoptadas y asimiladas en otros lugares como es el caso de Veracruz, a donde llegó posiblemente la bebida llamada, Néctar-soda que al parecer “estaba de moda en La Habana o brea”. 

En la nota dice lo siguiente: “El desmedido expendio el frígido néctar que se fabrica en la dulcería y repostería de la calle Principal, esquina a la de San Juan de Dios”… Los dueños del establecimiento estaban esperando la llegada de aparatos para preparar y tener continuamente la existencia de “agua saturada de ácido carbónico”, siendo esta una bebida agradable, refrigerante y beneficiosa a la salud.

El refresco tenía un costo económico, estaba bien confeccionado y además se ofrecía frío, lo cual era agradable para el clima y además se esperaba un buen consumo en un lugar cálido como Veracruz.

Finalmente, para combatir el calor tropical, se decía que se debía de consumir hielo, pero que por diferentes motivos este escaseaba cuando más falta hacía. La situación era extraña, ya que se contaba con la libre importación, un acarreo fácil por medio del ferrocarril y además con una fábrica especial.

En esa fábrica, el químico de ella M. Tiller, había inventado un procedimiento económico utilizando éter vinícola, obteniéndose “30 kilogramos de hielo por uno que se emplea de carbón”.

El helado y la nieve continúa su tradición al escuchar la campana de los neveros por las calles o el ¡güero, güero o güera güera” en el Malecón o por diversas partes de la cálida ciudad.

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