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Escribe su propia historia

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Sociales | 2019-11-12 |
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Agencias
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En mis frecuentes correrías por las escasas librerías de la ciudad, a veces encuentro obras que no esperaba, como la de “Apuntes para mis hijos”, de Benito Juárez. Y para mí fue sorpresa, porque se trata de un libro que leí en mi adolescencia y que me impactó por su sencillez y el estilo propio de quien habla en primera persona.

Estamos hablado de una obra de 174 páginas, publicada en 1955, por la Editorial Cronos y que abarca 8 años de la vida del afamado político mexicano, de 1857 a 1864. Aquí descubrimos que no se trata de un libro que el autor haya escrito o titulado como tal (aunque haya pensado en sus hijos), sino que son datos extraídos de su archivo privado, posterior a su muerte.

También se habla de sus primeros años, el México independiente -de su época-, los cambios políticos y sociales en Oaxaca (de donde fue gobernador), la guerra contra Estados Unidos, su persecución y exilio, la revolución de Ayutla, la Ley Juárez y su retorno a la gubernatura de Oaxaca.

Con todo y la variedad de temas que aborda, es obvio que gran parte de su vida pública y privada, o no tuvo oportunidad de escribirla o dicha información sigue por ahí, guardada en algún archivo olvidado.

Edición reciente

Este año, el Fondo de Cultura Económica decidió re-editar el libro mencionado, pero en forma sintetizada (solo 46 páginas), de lo que se deduce que la idea de la editorial es ofrecer datos autobiográficos del Benemérito de las Américas y poner alcance del gran público esta singular obra.

Me llaman la atención dos puntos: imprimieron 40 mil ejemplares y, producto de esto, ofrecer un fascículo (sería pretencioso llamarle “libro”) con un costo de ¡14 pesos!

No es fácil, en los años que lleva transcurrido el siglo XXI, encontrar textos valiosos a un precio accesible a todos los bolsillos. En lo particular, compré media docena de ejemplares y los he estado regalando a niños y jóvenes que muestran interés por la lectura… es seguro que este hecho coincida con el criterio de la editorial: fomentar el hábito de la lectura entre los mexicanos.

Orígenes

Por razones de espacio, estamos obligados a sintetizar el contenido del texto original. Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806, en San Pablo Guelatao, Oax. (territorio zapoteca). Sus padres -a quienes no conoció- fueron Marcelino Juárez y Brígida García y tuvo tres hermanas: María Josefa, Rosa y María Longinos; por cierto, la madre de Benito falleció al traer al mundo a su tercera hija.

Quedó huérfano de ambos padres cuando aún era niño, esto lo obligó, tanto a él como a sus hermanas, a irse a vivir con sus abuelos paternos, Pedro Juárez y Justa López. La situación duró poco tiempo, dado que sus abuelos murieron y la familia se dispersó, lo que llevó a Benito al vivir con su tío Bernardino Juárez. A este último le debe tres aprendizajes: el trabajo del campo, el idioma castellano (su lengua natal era el zapoteco) y aprender a leer y escribir.

Dada la situación de la época, el tío le recomendó que fuera sacerdote.

En aquel entonces el pueblo donde vivían apenas si era habitado por 20 familias… “y ni siquiera había escuela”. Para estudiar había que ir a la capital, Oaxaca, pero por el vínculo de aprecio entre tío y sobrino, el primero no le daba permiso; por el otro lado, Benito “sentía repugnancia separarse de su lado” (textual).

Su ida a Oaxaca

Más temprano que tarde, lo venció el deseo de ser alguien y, a los 12 años, huyó del tío y se fue caminando hasta la capital del estado. A la primera que buscó fue a su hermana, María Josefa, quien era cocinera de don Antonio Maza (quien a la larga se convirtió en su suegro). Al poco tiempo conoció a don Antonio Salanueva, un fraile franciscano, dedicado a la encuadernación y empastado de libros, quien se convirtió en su padrino.

Lo primero que hizo su nuevo protector fue mandarlo a la escuela, donde no solo perfeccionó su nueva lengua y mejoró tanto su lectura como su escritura, además de aprenderse de memoria el Catecismo del Padre Ripalda.

Dado que en esa época la educación no estaba reglamentada, todo era un desorden y la enseñanza era lenta y escasa. Por su inmenso deseo de aprender, se cambió a la llamada “Escuela Real”, la cual le decepcionó, dado que los alumnos eran divididos en “decentes” y “pobres”. Su coraje fue que lo enviaron al segundo grupo.

Benito no quería ser eclesiástico, pero se dio cuenta que, quienes estudiaban en el seminario “eran respetados y considerados por el saber que se les atribuía”. Allí aprendió lo que tenía que aprender, pero no se ordenó como sacerdote, sino que decidió estudiar lo que fue su verdadera vocación: el Derecho.

Como de seguro usted desea saber qué pasó después, no le va a quedar otra que invertir 14 pesos… y salir de la duda.

Su filosofía

- Libre, y para mí sagrado, es el derecho de pensar.

- Nunca uses el poder humillando a tus semejantes. Porque el poder termina y el recuerdo perdura.

- Los hombres no son nada, los principios lo son todo.

- Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan.

- La democracia es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible.

- Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.

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