El patchwork es la tendencia que se abrió camino propio durante el 2020 y que logró afirmarse, apareciendo también en las colecciones de invierno presentadas a principios de este año. Como un signo de los tiempos que corren, esta tendencia se afianzó no solamente por su cualidad estética de herencia retro y bohemia, sino que representa también la necesidad de una industria de la moda ávida por adentrarse en el camino de la sustentabilidad a través del reciclaje textil.
Sin dudas, el 2020 fue un año para repensar la moda. Dentro de las enseñanzas que nos dejó la pandemia, especialmente en relación con la sustentabilidad, está el poder reconocer lo esencial, de revisar lo que ya tenemos y producir a partir de ello sin generar residuos en el camino.
Para muchas de las grandes firmas de moda, el confinamiento y el cierre de fronteras les marcó el camino de producir sus siguientes colecciones con lo que ya tenían, a revisar las telas de dead-stock (o stock en desuso) y reinventar sus colecciones con lo que ya tenían.
Así fue como, en las colecciones de otoño-invierno 2021, firmas como Marine Serre o Chloe, bajo la nueva dirección de Gabriela Hearst, implementaron el patchwork en prendas creadas a partir de telas de stock de sus firmas, para darles una segunda vida y reducir sus desperdicios.
De igual manera, el patchwork como tendencia también fue furor en TikTok, adoptado por la generación Z, quienes lo implementaron bajo la estética de fines de los 90 a través del método DIY (do it yourself). Ya con una consciencia ambiental más elevada, los jóvenes de esta generación tienen más en claro las ideas del consumo responsable, por eso el patchwork como forma de reciclaje textil (accesible) se volvió tan viral.
Origen
Esta técnica de costura y armado textil existe desde tiempos antiquísimos y fue una parte de la historia textil de muchas culturas. Es que, el patchwork, sin ir más lejos, es un método de ensamble textil que consiste en la unión de recortes o retazos que convergen en un diseño mayor. Cada parte hace a un todo. Y hay algo de cada una de esas partes que trae consigo una historia, que luego se une a otra, en forma de relato. Es allí es donde radica la belleza de esta técnica.
En sus orígenes, el patchwork fue utilizado como un método para economizar recursos. En épocas donde los textiles no estaban al alcance de la mano (como lo están ahora), esta era la mejor opción para prolongar la vida útil de un textil lo más posible.
Llegó al mainstream de la moda a fines de los años 60, de la mano del apogeo de la cultura hippie, dejando de ser simplemente una técnica para convertirse en un look. Así se instaló como una moda, manteniendo su esencia, la de reutilizar viejas prendas o textiles para crear una nueva. En los 90 hubo una reaparición de esta técnica, que es la que hoy rememora la generación Z.
Alternativa
Es interesante hoy en día poder trascender esta tendencia y volver a tomar esta técnica por lo que es, como una oportunidad de reducir los desperdicios y de reutilizar textiles que ya están producidos, sean rollos de ‘dead-stock’ de telas o prendas vintage que fueron descartadas.
Así como actualmente se están poniendo en valor métodos que nuestras abuelas o madres tenían incorporadas, el patchwork nos propone alargar la vida útil de un textil, darle otra chance a un producto que ya existe. De esta forma podremos reducir el impacto que la producción y los desperdicios de la industria de la moda tienen sobre el planeta.
¿Supra-reciclaje?
Si bien ambos conceptos hablan de la reutilización mediante el reciclaje de un textil, el patchwork es una técnica para la aplicación de los textiles, mientras que el supra-reciclaje es una forma de pensar y hacer las prendas.
En esta última, se utilizan prendas, textiles, o materiales en desuso, y se les da una segunda vida ensamblándolas entre sí mediante distintas técnicas, donde el patchwork es solamente una de las tantas formas que se utilizan -y probablemente la más conocida- para crear un nuevo producto.
También y mejor conocido como ‘upcycling’, el supra-reciclaje es pieza clave de la moda sustentable. Más que una técnica o metodología, es una toma de acción y un mensaje contundente que pone luz al problema de la sobreproducción y de los residuos textiles generados por la industria de la moda, especialmente la del ‘Fast fashion’.
Así como Latinoamérica se ha convertido en una región referente en moda sustentable, también lo es en supra reciclaje. Cada vez son más las marcas que eligen esta metodología como estilo de vida y forma de expresión. Tanto Garciabello, marca argentina radicada en Holanda, como 12-NA (Chile-Argentina), son grandes exponentes de este hacer artesanal y manual que es el del reciclado textil diseñado.
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