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Violencia y trata: los flagelos de mujeres y niñas migrantes

Ciudad de México | 2021-04-26 |
Violencia y trata: los flagelos de mujeres y niñas migrantes
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A un mes de los tres feminicidios cometidos en Quintana Roo, entre ellos el de la salvadoreña Victoria Salazar, en Tulum, colectivos feministas, como Colectiva Feminista Tulum, se han movilizado para manifestarse y posicionarse en contra de las violencias de las que fueron víctimas las tres mujeres asesinadas en el Caribe mexicano.

El caso de Victoria Salazar se hizo viral en redes sociales debido a que la agresión que le quitó la vida fue grabada por las personas que se encontraban a unos metros. La mujer fue sometida por cuatro elementos de la policía que argumentaron que ella se encontraba en estado de ebriedad.

¡A Victoria la mató la policía!, fue una de las consignas en la manifestación que se llevó a cabo al día siguiente del feminicidio en Tulum. En esta brutal acción, uno de los elementos de la policía colocó su rodilla sobre el pecho de Victoria hasta que ella quedó inconsciente, como se vio en los videos difundidos en internet.

Datos de la necropsia mostraron que lo que ocasionó su muerte fue una fractura en la columna vertebral.

El informe “Criminalización de mujeres migrantes. Análisis de seis casos en la frontera sur”, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A. C., la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el Programa de Asuntos Migratorios y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, A. C., exhibe casos de mujeres criminalizadas por delitos asociados con la trata de personas, recluidas en el Centro de Reinserción Social Femenil No. 4 en Tapachula, Chiapas.

En el informe se analiza el caso de seis mujeres, tres hondureñas, dos guatemaltecas y una mexicana. De acuerdo con los datos proporcionados, “la confluencia de realidades migratorias, más su ubicación a escasos 20 minutos de la frontera con Guatemala, confieren a Tapachula y al Soconusco un contexto específico (…) de la frontera sur mexicana.

A pesar de ser tan concreto y reducido el espacio geográfico en comparación con el resto del país, sigue siendo una zona de gran importancia estratégica en materia migratoria”. Lo anterior es clave para entender la presencia migratoria centroamericana y de otras nacionalidades que intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos. Cabe recordar que en este sitio también se encuentra el centro de detención para migrantes más grande del país, la Estación Migratoria Siglo XXI.

El informe menciona que las niñas y mujeres son las que más peligros sufren en su tránsito a México a partir de diversas vulnerabilidades, riesgos y omisiones políticas, convirtiendo a la frontera sur en una región en la que proliferan dinámicas ilegales, como la trata de personas, que atenta contra la dignidad y vida de las personas, en este caso de las mujeres migrantes.

EN BUSCA DEL “SUEÑO AMERICANO”

Respecto al feminicidio de Victoria Salazar, quien huyó de su país debido a la violencia intrafamiliar de la que fue víctima por parte de su pareja, Wendy Figueroa, directora general de la Red Nacional de Refugios (RNR), señala que ninguna mujer, sea migrante o no, deber ser tratada ni asesinada como sucedió en este feminicidio.

“Hay que ser realistas, este mismo trato no habría sido el mismo para una mujer blanca, y eso debe ser muy puntualizado porque estamos hablando de que las violencias se interconectan y aquí vimos diversas violaciones: violencia institucional por parte de la procuración de justicia; hay una violencia comunitaria donde nadie dijo nada; hay una violencia racista basada en la discriminación por el color, y hay un trato denigrante de objeto sin valor al cuerpo. Entonces, eso me parece lamentable y evidencia que estamos en un Estado ausente de derecho en el país”, explica Figueroa en entrevista con Newsweek México.

De las organizaciones de la sociedad civil que forman parte de la Red Nacional de Refugios en México, que se encarga de atender a mujeres, niñas y niños víctimas de violencias, este medio tuvo la oportunidad de obtener tres testimonios de mujeres migrantes.

A cada una se le ha dado un nombre distinto para proteger su identidad y la del refugio en el que se encuentran y así evitar represalias en su contra, ya que en su transitar fueron víctimas de múltiples violencias, entre las que predominaron la violencia física y sexual, amenazas de muerte e intento de asesinato, propiciadas por la violencia familiar o abusos, así como discriminación por parte de ciudadanos mexicanos.

Diana es de Honduras y tiene 24 años. Ella vivía en el departamento de Islas de la Bahía, donde los atardeceres en el mar son uno de sus momentos favoritos. Antes de llegar a México trabajó en una gasolinera y después, en un puerto de crucero. Salió de su casa y decidió migrar para tener una mejor vida para ayudar a sus padres. No tiene hijos, pero en un futuro, si decidiera ser madre, les gustaría darles una mejor vida.

Cuenta que, en Honduras, la vida es muy complicada porque no hay trabajo. “No hay nada donde usted pueda sobrevivir. Es muy difícil lo que están viviendo los países centroamericanos”, describe en entrevista telefónica desde un refugio en el norte del país en el que, hasta hace unas semanas, ya tenía un mes habitando. Cuando Diana decidió migrar dejó “prácticamente todo”, como señala en la charla. Entre ello, su familia y amigos, con quienes disfrutaba de los atardeceres.

“Es lo más bonito del mar, el ir a bañarse en familia. En mi caso, que vivo cerca de la playa, todos los días nos íbamos a caminar y estábamos en la arena viendo cómo se escondía el sol”, cuenta. Sin embargo, la situación que atraviesa su país la lleva a migrar. Al no tener familia en Estados Unidos se fue a través de contactos. Logró juntar dinero para atravesar la frontera sur de México Y llegar a Estados Unidos. Diana viajó sola desde Honduras consiguiendo contactos a su paso para cruzar.

Ha gastado 5,000 dólares desde que migró. Durante su tránsito fue víctima de acoso por parte de los hombres, agresiones verbales y miradas morbosas. “Te dicen cosas obscenas”, cuenta.

“Se sufre porque si no vienes acompañado de alguien tienes que dormir donde te toque o buscar comida donde se pueda”, añade. Tras llegar a uno de los estados fronterizos en el norte del país, Diana fue víctima de abuso sexual. Al ser un tema reciente, la víctima prefiere no hablar de ello. En su caso, las autoridades mexicanas la auxiliaron después de la violación que sufrió. Aunque Diana sabía que podía ser víctima de alguna violencia en su camino, decidió salir de su país para ayudar a sus padres y alcanzar el llamado sueño americano. “No dejaba de pensar: ‘A mí no me va a pasar eso, yo voy a llegar bien y voy a llegar viva’. Tomé coraje pensando que a mí no me pasaría”.

“YA NO PUEDO VOLVER A MI PAÍS”

Amanda es una niña de 15 años. Nació en Honduras y se vio obligada a migrar de su país por la violencia familiar de la que era víctima y en la que su agresor era su hermano; este, los fines de semana llegaba a la casa de su madre en estado de ebriedad y algunas veces drogado. Golpeaba y amenazaba de muerte a Amanda. En repetidas ocasiones llegó a tomar cuchillos con la intención de matarla, a pesar de que su madre intervenía para defender a su hija.

Fuente: https://newsweekespanol.com/2021/04/mujeres-y-ninas-migrantes-el-flagelo-de-la-violencia/

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