Tal como se afirmó los dirigentes partidistas Alejandro Moreno, Marko Cortés y Dante Delgado, del PRI, PAN y MC respectivamente, se pusieron furiosos con la Reforma Electoral que mandara el presidente López Obrador, les pegó donde más les duele, los estupendos negocios que se realizan al margen de este oficio.
El dinero público que reciben de las participaciones federales y perder sus cargos de legisladores plurinominales con sueldos elevados y la protección del fuero.
Se oponen sin haberla leído, lo que se busca es la intención de un verdadero sistema democrático que garantice la validez del voto emitido y que sean los ciudadanos los que elijan a sus representantes populares y que no haya legisladores plurinominales que sólo cuentan con el particular aval del dirigente partidista.
Que se reduzcan las partidas de los recursos públicos para mantener a los líderes de restos institutos políticos. Que son en el fondo auténticos empresarios millonarios, ninguno de ellos vive en la medianía económica.
Ponerles fin a los fraudes electorales y reducir el gasto del INE que es uno de los aparatos electorales más caro del mundo.
Con esta reforma la cámara de diputados federales estaría compuesta por 300 de los 500 actuales y la cámara de senadores se reduciría de 128 a 96 integrantes.
También se busca que exista el voto electrónico que garantiza una mayor limpieza y que permitiría la participación de millones de mexicanos que viven en un país extranjero.
La creación del Instituto Nacional de Elecciones y Consultas contaría con sólo siete consejeros que serían electos por los ciudadanos y no por los dirigentes partidistas.
Se entiende la oposición de los dirigentes partidistas les pega en el bolsillo.
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