El concepto de teletrabajo, que ganó popularidad a nivel mundial tras la pandemia de COVID-19, parece encontrar resistencia en México. A diferencia de muchas otras regiones que han abrazado el trabajo a distancia o esquemas híbridos, México se destaca por su firme inclinación hacia el trabajo presencial.
Un reciente estudio de Ipsos sitúa a México en la cima de los países de Latinoamérica que privilegian el trabajo presencial a tiempo completo. En este país, el 66% de los empleados reporta pasar sus jornadas laborales íntegramente en la oficina, superando en 10 puntos porcentuales el promedio de la región.
Arleth Leal, CEO de Tutorel y experta en Recursos Humanos, comenta sobre la resistencia a adoptar modelos de trabajo flexibles, señalando que prevalece la percepción de que la presencia física es sinónimo de productividad.
"Si no lo veo, siento que no está haciendo nada", explica, reflejando una mentalidad arraigada en muchas culturas organizacionales del país.
Según el estudio CEO Outlook de KPMG, un 76% de los directores generales en México anticipa un regreso al modelo de trabajo presencial en los próximos tres años. Este dato subraya una tendencia hacia la revalorización de las interacciones cara a cara y el trabajo colaborativo en espacios físicos compartidos.
La insistencia en el modelo presencial podría representar un desafío en la atracción y retención del talento. "Estamos en ese ‘estira y afloja’ en el que no se quiere soltar lo presencial", señala Leal, destacando el riesgo de perder talento valioso por no ofrecer opciones de trabajo más flexibles.
Mientras el mundo se mueve hacia modelos de trabajo más flexibles, México se encuentra en un punto de inflexión.
Las organizaciones deben considerar cómo equilibrar la productividad con las expectativas de los empleados, buscando formas innovadoras de integrar la flexibilidad sin sacrificar la colaboración y la cultura organizacional.
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