El vestido blanco de las novias es una tradición que se popularizó en el siglo XIX, especialmente después de que la reina Victoria de Inglaterra lo usara en su boda con el príncipe Alberto en 1840, y aunque es una costumbre extendida en el mundo, las cosas cambian.
Antes de eso, las novias solían usar vestidos de diferentes colores, dependiendo de la cultura y la disponibilidad de telas, pero hoy, incluso ha adquirido un significado especial a la hora del matrimonio.
En la cultura occidental, el blanco ha sido tradicionalmente asociado con la pureza y la virginidad. Aunque este significado ha cambiado con el tiempo, sigue siendo un símbolo de un nuevo comienzo.
En el siglo XIX, el blanco era un color difícil de mantener limpio, por lo que solo las familias adineradas podían permitirse un vestido blanco para una sola ocasión. Esto lo convirtió en un símbolo de estatus.
En muchas culturas, el blanco también representa alegría y buenos deseos para el futuro matrimonio.
Aunque el vestido blanco sigue siendo el más común en muchas bodas, hoy en día hay más libertad en la elección del color, con muchas novias optando por tonos pastel, champagne o incluso colores vibrantes según sus gustos y tradiciones personales.
A lo largo de los años, varias celebridades han optado por atuendos nupciales poco convencionales, eligiendo colores y estilos que rompen con la tradición del vestido blanco.
El 4 de julio de 1999, Victoria Beckham contrajo matrimonio con David Beckham. Para la recepción, ambos eligieron atuendos morados diseñados por Antonio Berardi.
Victoria lució un vestido morado con una abertura hasta el muslo que dejaba al descubierto el forro rojo escarlata y un único tirante adornado con flores en relieve rojas y moradas.
Este conjunto contrastaba con su vestuario minimalista actual y los diseños de su marca homónima.
En noviembre de 2018, la actriz Mandy Moore se casó con el músico Taylor Goldsmith en una íntima ceremonia en su hogar en Los Ángeles. Para la ocasión, Moore eligió un vestido rosa diseñado por Rodarte, caracterizado por su delicadeza y romanticismo.
Este atuendo confirmó la tendencia emergente de los vestidos de novia en tonos rosados, aportando un toque de color y modernidad a las bodas.
En 1997, Sarah Jessica Parker sorprendió al casarse con Matthew Broderick luciendo un vestido negro. La actriz, conocida por su papel en "Sex and the City", optó por un diseño de Morgane Le Fay que rompía con la tradición nupcial.
Años más tarde, Parker expresó que se arrepentía de haber elegido un vestido negro para su boda y que, de poder hacerlo de nuevo, optaría por un atuendo más tradicional.
Estas elecciones reflejan la individualidad y el deseo de estas celebridades de personalizar uno de los días más importantes de sus vidas, desafiando las convenciones y aportando un toque personal a sus ceremonias nupciales.
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