Tras una semana de , que se realizó en condiciones inéditas y hasta extravagantes en algunos sitios por decir lo menos, el presidente Vladimir Putin obtuvo este miércoles la legitimidad en las urnas para que su controvertida reforma constitucional entre en vigor, apenas se den a conocer los resultados definitivos, y él pueda –si así lo desea al concluir su actual periodo dentro de cuatro años y gana las siguientes dos elecciones– gobernar hasta 2036.
Con 80 por ciento de las boletas escrutadas, la presidenta de la máxima instancia electoral de Rusia, Ella Pamfílova, dijo que 78 por ciento de los electores se pronunciaron en favor de la reforma y 22 por ciento en contra de las más de dos centenares de enmiendas a la Constitución de 1993. Se informó que emitió su voto 65 por ciento del padrón.
Los críticos de esta reforma se fragmentaron entre algunos que exhortaron a votar en contra, otros que recomendaron boicotear la cita con las urnas para evidenciar el desacuerdo y quienes se preguntaron para qué votar si nada iba a cambiar y todo estaba decidido de antemano.
Detrás de la victoria legitimadora no se aprecia, según afirman los inconformes con la gestión de Putin, el respaldo de la mayoría de la población de Rusia, sino que se ve sólo la cifra de sufragios, reales y ficticios, que se propuso mostrar la Oficina de la Presidencia acorde con el guion diseñado a mediados de enero pasado para el 22 de abril, que tuvo que posponerse por la irrupción del coronavirus en la agenda.
Participó más de la mitad del padrón, aunque para ganar no se requería un mínimo de asistencia ni los resultados de la votación tenían carácter vinculante, aprobada como estaba la reforma por todas las instancias de la élite gobernante (Duma, Consejo de la Federación, Parlamentos de las entidades federales, Corte Constitucional) y promulgada por el propio beneficiario mayor.
En opinión de quienes la siguieron de cerca durante toda una semana, esta votación, que el Kremlin presenta como plebiscito sin serlo, será recordada como la menos transparente de la historia postsoviética. La principal organización independiente de defensa de los derechos de los electores, Golos, documentó numerosas irregularidades.
Muchos se preguntan qué influyó más para poder sacar los resultados anunciados este miércoles. Hay los que opinan que lo más probable es que haya sido una mezcla de factores: desde el uso del repertorio completo de recursos para los votos en favor, sin controles efectivos sobre todo en el interior de Rusia, hasta los sufragios que se lograron bajo amenaza de perder la fuente de ingreso entre los millones de empleados públicos, trabajadores de los grandes consorcios del Estado, maestros, médicos, militares y policías.
Mención aparte, agregan otros analistas, merece el papel que desempeñaron los jubilados y los necesitados que, en el contexto del deterioro de su nivel de vida por debajo del umbral de pobreza, agradecieron con sus votos que las autoridades hayan rifado, entre quienes acudieron a sufragar, vales de descuento para tiendas, restaurantes y bares, así como departamentos, automóviles, abrigos de piel y otros bienes fuera del alcance de su bolsillo.
En síntesis, considera Boris Vishnevsky, uno de los pocos diputados de oposición en el Parlamento de San Petersburgo, .
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