Un oficial maliense, el coronel Assimi Goita, se presentó el miércoles como el nuevo hombre fuerte de Malí al frente de la junta militar que depuso la víspera al presidente Ibrahim Bubacar Keita, un "motín" condenado de manera unánime por la comunidad internacional.
Me presento: soy el coronel Assimi Goita, presidente del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP)", declaró a la prensa este oficial que ya había aparecido ante las cámaras, sin tomar la palabra, en la noche del martes, cuando un grupo de militares anunció la creación de ese comité que provocó la dimisión del presidente Keita.
Goita dijo que su país se encontraba "en una situación de crisis sociopolítica, de seguridad" y aseguró: "ya no podemos equivocarnos más".
El coronel no podrá, sin embargo, contar con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la Unión Africana que exigieron la liberación "inmediata" de Keita y condenaron el "motín".
El Consejo de Seguridad de la ONU pidió a los soldados amotinados "regresar a sus cuarteles sin demora" y la liberación del presidente, además de subrayar "la imperiosa necesidad de restablecer el Estado de derecho".
El presidente francés, Emmanuel Macron, cuyo país mantiene una importante presencia militar en Malí para combatir a grupos yihadistas en la zona del Sahel, también consideró que "la lucha contra grupos terroristas y la defensa de la democracia y del Estado de derecho son indisociables".
Salir de ella supone provocar inestabilidad y debilitar nuestra lucha. No es aceptable", añadió Macron en su cuenta de Twitter en la que pidió que "se devuelva el poder a los civiles".
Tras una cumbre extraordinaria de la UE, los 27 reclamaron un "retorno inmediato al Estado de derecho" en Malí y subrayaron la "gran preocupación" europea.
Washington exigió, por su parte, que "la libertad y seguridad de los funcionarios del gobierno" sea garantizada.
Estados Unidos condena firmemente el motín del 18 de agosto en Malí, como condenamos cualquier toma del poder por la fuerza", señaló el secretario de Estado Mike Pompeo en un comunicado, sin mencionar un golpe de Estado. Llamó a "obrar para el restablecimiento de un gobierno constitucional".
El presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), el sudafricano Cyril Ramaphosa, por su parte, condenó el "cambio inconstitucional" de régimen en Bamako y "exigió la liberación inmediata del presidente, el primer ministro y otros ministros", aún en manos de los militares, llamando al ejército "a volver a los cuarteles".
El presidente Keita y su jefe de gobierno, Bubu Cissé, aún se encontraban en el campo militar de Kati, cuartel general de los golpistas ubicado en las afueras de Bamako, señaló a la AFP una fuente del CNSP, el comité de gobierno creado por los golpistas.
Otros funcionarios civiles y militares también fueron detenidos el martes.
La calma reinaba este miércoles en Bamako, donde podían verse los daños provocados por este cambio de poder, en particular la casa del ministro de Justicia, Kassim Tapo, incendiada por una multitud enardecida, constató la AFP.
En el centro de la capital, los negocios funcionaban, pero la administración y bancos estaban cerrados.
Keita, elegido en 2013 y reelegido en 2018 por cinco años, anunció en la madrugada de este miércoles ante la televisión pública su renuncia, tras la disolución del gobierno y la Asamblea Nacional.
¿Realmente, tengo otra opción?", se preguntó, y señaló que quería evitar que se derramase sangre para mantenerlo en el poder.
El portavoz de los militares, el coronel mayor Ismael Wagué, subjefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, anunció horas después la creación del CNSP, señalando que los militares habían "decidido asumir (sus) responsabilidades" ante el caos, la anarquía y la inseguridad.
Asimismo, los militares anunciaron "una transición que conduzca a elecciones creíbles en un plazo razonable", pidiendo la colaboración del pueblo.
Las fronteras fueron cerradas, pero Wagué afirmó que se respetarán todos los acuerdos: con la misión de la ONU (MINUSMA), el G5 (grupo integrado por cinco países de la región) y otros.
El gobierno de Keita contaba con una oposición heteróclita, de políticos, religiosos y miembros de la sociedad civil. En las últimas semanas se celebraron muchas manifestaciones contra el gobierno, entre ellas una comenzada el 10 de julio, que degeneró en tres días de enfrentamientos mortíferos.
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