"Creo que no la volveré a ver con vida", dice apenada Bettina Wintermark, impedida de viajar a Francia para visitar a su madre agonizante debido a que Noruega, su país de adopción, mantiene prácticamente cerradas las fronteras para enfrentar la pandemia de Covid-19.
El reino nórdico logró contener rápidamente la epidemia, pero ahora rehúsa levantar o, al menos, aligerar las duras restricciones a los viajes, que posiblemente lo convierten en el país más cerrado de Europa.
La entrada al territorio sigue prohibida a la mayoría de los no residentes, y los viajes al extranjero, aunque no formalmente prohibidos, están sometidos a una cuarentena de diez días al regreso, una norma en vigor hasta el 20 de agosto.
El resultado es que no habrá vacaciones en el Mediterráneo para los noruegos este año. La propia primera ministra Erna Solberg ha renunciado a su habitual escapada veraniega a España.
Para algunos, esta excesiva prudencia acarrea serias consecuencias.
Bettina Wintermark no puede viajar a Burdeos, en el sudoeste de Francia, para ver a su madre de 84 años, víctima de una hemorragia interna a la que no sobrevivirá más de algunas semanas, según los médicos.
Una "pesadilla"
"Es una pesadilla" se lamenta la mujer, peluquera de 59 años.
"Si Noruega no tuviera restricciones tan severas, ya habría viajado" asegura. "Pero no puedo hacer varios viajes de ida y vuelta a Francia pues no puedo permitirme diez días de cuarentena cada vez", explica.
Noruega ha sabido contener la epidemia, que ha causado 248 muertos entre sus 5,4 millones de habitantes. Pero las autoridades dicen ahora que no hay que tirar por la borda los sacrificios realizados, con una reapertura precipitada del país.
"No hacemos esto para fastidiar a la gente, sino porque debemos absolutamente mantener la situación bajo control" afirma la ministra de Justicia, Monica Maeland, encargada de coordinar la lucha contra la Covid-19.
Noruega, que no pertenece a la UE pero sí es miembro del espacio Schengen de libre circulación de personas, aceptó solamente abrir sus fronteras con Dinamarca, Finlandia e Islandia, tres países que figuran entre los escasos miembros en mantener importantes restricciones a la entrada de turistas del espacio Schengen.
Turismo hundido
Los profesionales del turismo, muy afectados, presionan para que se levanten rápidamente las restricciones con Alemania, que suministra cerca de un cuarto de los turistas extranjeros en el verano boreal.
"Volver a abrir fronteras con este país sería el mejor de los planes de rescate para el turismo noruego, sin que cueste nada" alega Per-Arne Tuftin, director de la organización sectorial Norsk Reiseliv.
Además, los viajes a y desde Suecia, donde se extiende la epidemia, están claramente desaconsejados.
Y ello para gran frustración de las 12 mil familias noruegas que tienen en el país vecino una residencia secundaria a la que no pueden ir.
"La mayoría de los chalets están aislados en el bosque o en la costa, no hay prácticamente nadie, y se está mucho más seguro que en Oslo, donde las playas están repletas", se queja Einar Rudaa, que ha creado un grupo de protesta en Facebook.
Prueba de que la cólera crece en una población generalmente respetuosa de las normas es que 5.4% de los noruegos, según un sondeo, piensan ignorar las recomendaciones oficiales para este verano y viajar a uno de los destinos desaconsejados.
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