El traumatismo de la pandemia de Coronavirus ha llevado a muchos neoyorquinos a abandonar definitivamente la mayor ciudad de Estados Unidos, que ahora tiene muchos apartamentos vacíos, mientras los precios inmobiliarios se disparan en suburbios y ciudades cercanas.
“No estaba listo para irme”, dijo Nick Barnhorst, rememorando lo que sentía en febrero. Este amante de la ciudad de 41 años, residente de la Gran Manzana desde hace más de una década, ya pensaba en mudarse, pero quizás en un año y medio.
Sin embargo, en el espacio de pocas semanas su mujer quedó embarazada de su tercer hijo y el Coronavirus devastó Nueva York. De pronto “todo señalaba que debíamos salir de aquí lo más rápido posible”, contó.
La semana próxima, Barnhorst debe firmar el compromiso de compra de una casa en Mamaroneck, una pequeña ciudad del norte de Nueva York.
“Siempre sentí que irme me desgarraría el corazón”, dijo este hombre originario de California. “Pero hoy no puedo estar más entusiasmado”.
Un amigo de Barnhorst que fue a visitar a sus suegros a comienzos de marzo en Massachusetts hizo incluso algo mucho más radical. Nunca regresó a vivir a Nueva York.
Con su mujer embarazada de ocho meses, vendió su apartamento y compró una casa en Bronxville, una comuna situada inmediatamente al norte del distrito del Bronx.
“Nada de lo que hace que Nueva York sea Nueva York funciona actualmente”, subrayó Barnhorst, porque los teatros, bares, cines, salas de concierto o museos no han reabierto. “Es más fácil dejarla”.
En un mercado inmobiliario en ebullición que “no deja ningún margen de negociación”, Barnhorst tuvo que pelearse para hallar la casa que quería.
Cerca de la ciudad de Montclair, en Nueva Jersey, hay propiedades que se venden a más de 20% por encima del precio solicitado, según datos de Richard Stanton, propietario de la inmobiliaria Stanton Realtors.
“No esperaba una demanda tan fuerte”, dijo este agente inmobiliario, que espera que la oferta se adapte a la demanda recién en seis meses o incluso un año.
Un residente de Darien, una ciudad de Connecticut, contó que recibió varios llamados de potenciales compradores aunque su casa no está en venta. “Es la primera vez que esto me sucede”, contó este hombre que pidió el anonimato.
La ciudad de Nueva York, exepicentro nacional del Coronavirus, registró más de 215 mil casos confirmados de Coronavirus y más de 23 mil muertes desde marzo, aunque en número de contagios y fallecimientos disminuye desde hace semanas.
El factor teletrabajoEl gobernador Andrew Cuomo y el alcalde Bill de Blasio comparan regularmente la situación actual con lo que sucedió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el otro gran traumatismo sufrido por la ciudad, y prometen la misma recuperación.
Pero en el plano inmobiliario, las repercusiones de los atentados “fueron anecdóticas”, apuntó Stanton.
“Tras el 11 de septiembre, el orgullo de los neoyorquinos más bien me dio ganas de vivir en Nueva York”, señaló Dillon Kondor, guitarrista que entonces era adolescente y vivía en los suburbios de la ciudad.
Kondor, que trabajó en varios musicales de Broadway, también abandonó Nueva York en junio, y se mudó a un apartamento en Tarrytown, en el valle del río Hudson.
Tomó la decisión en uno de los primeros días soleados de primavera, durante un paseo con su esposa por un Central Park lleno de gente, donde sintió que demasiado pocos llevaban máscara.
Al regresar “uno de nosotros dijo: hay que irse de esta ciudad”.
Los camiones de mudanzas pululan por las calles de Nueva York en julio.
En el sur de Manhattan, más del 5% de los apartamentos están vacantes, algo nunca visto desde hace 10 años, cuando el bufete inmobilirio Miller Samuel comenzó a publicar sus estadísticas.
Más que con el 11 de septiembre, Stanton compara la coyuntura actual con el periodo 2003-2005, cuando el alza de los alquileres empujó a muchos neoyorquinos a fuera de la ciudad.
Recuerda también los años 70, marcados por una degradación de los servicios públicos y un aumento de la criminalidad que llevó a muchos a partir.
Pero esta vez, además del efecto Coronavirus, “hay una tendencia más pesada ligada al hecho de que habrá más gente que trabajará desde casa”, señaló Stanton. En muchos casos “tendremos una semana en la oficina más corta”.
Este movimiento quizás calme la fiebre inmobiliaria en Nueva York y permita a una nueva generación instalarse en una ciudad antes inaccesible, imagina el agente inmobiliario.
Inicialmente Dillon optó por alquilar a la espera de la reapertura de los teatros de Broadway. Pero le cuesta imaginarse de regreso en Nueva York. “Hay tanta incertidumbre”, dice.
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