En 1997 salió una película que narraba un evento impactante de la historia que se volvió una de las producciones más importantes de la historia y aunque eso llevó a todos los involucrados al estrellato para una de los protagonistas la situación fue caótica.
La británica Kate Winslet y el estadounidense Leonardo DiCaprio eran las estrellas de la cinta de James Cameron, ella con 22 años, él 23, siendo reconocidos a nivel internacional como una de las parejas más románticas del cine.
Pese a lo anterior, Kate Winslet dijo que, “fue horrible”, la etapa posterior a su participación en Titanic en su papel de Rose DeWitt Bukater, la niña rica que cae enamorada del menos privilegiado Jack Dawson mientras están a bordo del lujoso trasatlántico.
En entrevista para una famosa revista de moda, explicó que en ese entonces no tenía tanto control de lo que quería para ella y su carrera, así como hacerse escuchar y respetar por elementos como la prensa tras la fama que trajo Titanic.
“Sentí que debía ser de una determinada manera, o ser una cierta cosa, y como la intrusión por parte de la prensa era tan poderosa entonces, mi vida era bastante desagradable”.
“Los periodistas siempre me decían: ‘Después de Titanic, podrías haber hecho cualquier cosa y has elegido hacer estas, pequeñitas. Y yo era como, rayos, puedes apostar a que sí porque, adivina, hacerse famosa fue horrible”.
Destacó que estaba agradecida, pero estaba en sus veintes y aunque podía conseguir cosas como un lugar donde vivir, “no quería ser perseguida cuando estaba, literalmente, dándole de comer a los patos”.
“Entré en modo de autodefensa de manera inmediata porque, día y noche, todos los días, fui objeto de un escrutinio personal y físico enorme. Me criticaron bastante, la prensa británica en realidad fue bastante cruel conmigo”.
Fue tras su matrimonio y al tener a su hija Mia en 2000, y centrarse en su cuidado, cuando esa persecución empezó a cesar y la observación mediática pareció ser más llevadera.
“La llevo de manera muy ligera. No es una carga, ya no. Titanic sigue aportándole alegría a la gente. La única vez que digo: ‘Ay, Dios, escóndete’ es si estamos a bordo de un barco”.
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