Tras la primera votación en el cónclave, los 133 cardenales provenientes de 70 naciones aún no lograron el consenso necesario para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica.
Desde la chimenea de la Capilla Sixtina, se elevó humo negro, señal de que ningún candidato alcanzó los 89 votos requeridos.
Con este resultado, los purpurados volverán a recluirse en la Capilla Sixtina para continuar con las rondas de votación hasta que uno de ellos obtenga la mayoría calificada.
La atención global permanecerá centrada en el famoso conducto del Vaticano, ya que es el único medio visual para conocer el avance del proceso.
La práctica de anunciar los resultados mediante señales de humo se remonta al siglo XIX. El humo blanco indica que se ha elegido un nuevo papa, mientras que el negro revela que no se ha alcanzado la mayoría de dos tercios.
Esta tradición nació para evitar confusiones entre los fieles reunidos fuera del recinto sagrado.
De hecho, la primera mención clara al uso de estos colores para distinguir los resultados del cónclave se registró en 1903. En palabras del historiador Frederic Baumgartner, la elección del blanco y negro respondió a la necesidad de clarificar los mensajes para la multitud, que antes no comprendía lo que ocurría dentro.
En la parte posterior de la Capilla Sixtina hay instaladas dos estufas. Una de ellas, más antigua, se emplea para incinerar las papeletas tras cada votación; la otra, añadida en 2005, genera el humo con ayuda de productos químicos para que su color sea nítido y visible desde el exterior.
La estufa tradicional, fabricada en 1938, ha estado presente desde el cónclave de Pío XII en 1939 hasta la elección de Francisco en 2013. El Museo Vaticano la describe como una estructura cilíndrica, de aproximadamente un metro de alto, con puertas para alimentar el fuego y controlar el flujo de aire.
La segunda estufa, más moderna, incluye un sistema electrónico y un ventilador que mejora la emisión del humo. Además, cuenta con un respiradero que se precalienta para favorecer la dispersión de los vapores, lo cual permite una señal más clara.
Para producir el humo negro, se utiliza una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre. En cambio, el humo blanco se obtiene con clorato de potasio, lactosa y resina de conífera ámbar, según detalla el propio Museo Vaticano.
Cabe recordar que no siempre los cónclaves han sido rápidos. El más largo documentado en la historia de la Iglesia tuvo lugar entre noviembre de 1268 y septiembre de 1271. Durante casi tres años, las divisiones políticas entre los cardenales impidieron llegar a una decisión.
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