Con un repique de campanas, miles de fieles, así como la reina emérita Sofía de España, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el presidente polaco Andrzej Duda y el propio Papa Francisco dieron el último adiós este primer jueves de enero, a Benedicto XVI, teólogo alemán que hizo historia al retirarse del cargo, en una inusual misa de réquiem por un pontífice muerto presidida por su sustituto.
El féretro con los restos mortales del papa emérito Benedicto XVI fue trasladado desde la plaza de San Pedro, donde se expuso para la misa funeral, a las Grutas Vaticanas, donde será enterrado en la tumba que perteneció al san Juan Pablo II.
Antes de entrar en la basílica, el papa Francisco que presidió el funeral se detuvo de pie algunos minutos delante del féretro y puso su mano sobre él.
Fue el mismo Joseph Ratzinger quien dejó como última voluntad ser enterrado en la pequeña capilla de las cripta vaticana, donde estuvo la tumba de Juan Pablo II antes de que en 2011 se trasladase a la parte superior de la basílica para su beatificación y posterior canonización.
Benedicto XVI descansará así a pocos metros de la tumba del Apóstol Pedro, al lado de la tumba de Pablo VI y frente a la de Juan Pablo I
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