El pasado 10 de junio, casi tres meses después de un confinamiento masivo que obligó a los 46 millones de personas residentes en España a enclaustrarse en sus casas, evitar el contacto social y adoptar una serie de medidas de autoprotección que ya son habituales en todo el mundo –el uso de la mascarilla, lavado de manos frecuente, distancia social–, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció en tono solemne: .
En ese mismo discurso animó a la ciudadanía a volver a las calles, a viajar al interior del país para reactivar el deprimido sector turístico, a visitar restaurantes, bares y tiendas para fomentar el consumo. Incluso, durante todo agosto el pleno del Ejecutivo se fue de vacaciones y delegó en los gobiernos autonómicos el llamado .
Tres meses después de aquel anuncio triunfal, aderezado con una campaña que llevó el lema , España se asoma de nuevo al abismo. Y se vuelve a situar como el país con mayor número de infectados en proporción a su número de habitantes. Actualmente ya roza el millón de casos, cifra sólo superada por cinco países, todos ellos con una tasa demográfica mucho más alta que la española: Estados Unidos, India, Brasil, Rusia y Argentina.
Los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad confirman que la pandemia está de nuevo fuera de control: sólo en 24 horas se registraron 13 mil 873 nuevos infectados y 218 fallecidos. Con lo que la cifra oficial de muertes desde el inicio de la crisis sanitaria es de 33 mil 992, que según otros estudios clínicos y universitarios superaría 56 mil.
Lo que los expertos llaman de la pandemia se inició en España a principios de agosto, en pleno verano y con millones de personas en los sitios turísticos del mediterráneo y el mar Cantábrico. De hecho, la mayor incidencia en esos días se registró en Cataluña, Aragón, Galicia y el País Vasco. Después, ya en septiembre, la se trasladó a los principales centros urbanos, sobre todo Madrid y los municipios limítrofes, donde se registró hace algo más de dos semanas una elevada tasa de infección –más de 600 casos por cada 100 mil habitantes, cuando la OMS considera que la situación es crítica si se superan 200 casos.
Ocupación de camas se acerca a 40%
A pesar de que la pandemia ha ido in crescendo, los hospitales españoles no han alcanzado la saturación que vivieron en marzo, abril y mayo, cuando incluso fueron necesarios varios nosocomios de campaña montados por el Ejército y se improvisaron centros similares a los de conflictos bélicos.
En cualquier caso, en la mayoría de las comunidades autónomas los porcentajes de ocupación de ya roza 40 por ciento, con lo que se teme que si la propagación del virus continúa a este ritmo, sumado a la llegada del invierno y las habituales gripas estacionales, se podría volver a colapsar en cualquier momento el sistema nacional de salud.
El gobierno de Navarra, presidido por la socialista María Chivite, anunció el cierre perimetral de la región y la paralización de la actividad de toda la hostelería y actividades recreativas, al registrar una cifra de infectados de 945 por cada 100 mil habitantes. Es una medida inédita, que busca sobre todo evitar que se siga propagando el virus más allá de las fronteras navarras, sobre todo a las regiones limítrofes, como el País Vasco, La Rioja y Aragón.
El gobierno de Madrid, del derechista Partido Popular, estudia el plan que podría aplicar a partir de este sábado cuando vence el estado de alarma vigente desde hace dos semanas y ordenado por el Ejecutivo español. Incluso anunció que estudiaría solicitar al propio gobierno nacional que decrete el estado de alarma a fin de tener el amparo legal para decretar el toque de queda, que evitará las reuniones sociales nocturnas, al parecer uno de los principales focos de propagación del virus. La decisión, que la tendrá que adoptar el Ejecutivo español, se anunciará en los próximos días.
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