Un tunecino mató a puñaladas este viernes a una funcionaria de policía al grito de “Alá Akbar”, antes de ser abatido, en Rambouillet, al suroeste de París, en un crimen por el cual se abrió una investigación por terrorismo.
El ataque que se produjo en la comisaría de esta acomodada y habitualmente pacífica ciudad de 26 mil habitantes a unos 60 kilómetros de París volvió a encender las alarmas en un país golpeado regularmente por atentados islamistas.
Según los primeros elementos de la investigación, la funcionaria administrativa, de 49 años, fue acuchillada dos veces en la garganta en la entrada de la comisaría cuando regresaba de su hora de almuerzo hacia las 14:20 horas (12:20 GMT).
La víctima, madre de dos niños, sufrió en un principio un paro cardíaco y falleció poco después, a pesar de la intervención de los socorristas.
Su agresor, de nacionalidad tunecina, la atacó al grito de “Alá Akbar” (Alá es el más grande), según una fuente cercana a la investigación. El hombre murió poco después abatido por otro agente, indicó una fuente policial.
El atacante, de 36 años, llegó a Francia ilegalmente en 2009, pero desde entonces había obtenido un permiso de residencia, señaló una fuente policial, que añadió que no tenía antecedentes penales. Acababa de instalarse en Rambouillet.
Crueldad sin límite
El primer ministro Jean Castex, que acudió al lugar del ataque, denunció en la misma red social un “acto bárbaro de una crueldad sin límites” contra “una heroína de la vida cotidiana”.
“Quiero decir a la policía que comparto su emoción y su indignación”, añadió.
“Nuestra determinación en la lucha contra el terrorismo, en todas sus formas, se mantiene intacta”, reiteró Castex ante la prensa.
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