En una decisión que se veía venir desde 2011, cuando Angela Merkel aún era canciller, Alemania desconectó los últimos tres reactores nucleares que estaban en funcionamiento, aún en medio de la crisis energética que ha crecido debido a la guerra en Ucrania.
Cabe recordar que esta decisión se tomó tras el desastre en la central nuclear de Fukushima, lo que hizo a muchos en la Eurozona replantearse el uso del átomo para generar energía eléctrica.
Este tipo de energía producía al menos un cinco por ciento de la electricidad que se consume en ese país; el cierre estaba previsto para finales de 2022, pero con la llegada de Olaf Scholz al gobierno se retrasó al menos tres meses.
Hoy, los reactores Isar 2, Neckarwestiem 2 y Emsland dejarán de funcionar, lo que ha abierto nuevamente el debate sobre si es la decisión correcta, tomando en cuenta los altos costos que la electricidad ha alcanzado.
Incluso en el ámbito científico ha habido resistencia a esta decisión, tomando en cuenta el incremento en las emisiones de CO2 generados en 2022 a causa de un mayor consumo de carbón, lo que sería contrario a las metas contra el cambio climático.
Según información de la Agencia Federal de Redes, las energías renovables representan un 60 por ciento del total en la generación de electricidad en ese país y donde los combustibles fósiles aún ocupan un 30 por ciento, entre gas natural y carbón.
Esta situación es una consecuencia de que en 2011 no se tomaron previsiones para una transición a sistemas totalmente renovables, destaca el experto energético Jonas Egerer, quien dijo que la idea original era usar las centrales de gas como un puente a largo plazo para lograr el cambio.
Sin embargo, esto hizo a Alemania depender en sobremanera del gas ruso, en un momento en que nadie siquiera imaginaba un posible conflicto armado en esa zona.
En contraste, otras zonas de Europa apuestan por una mayor generación de electricidad a través de la energía nuclear, en especial Francia, que busca disminuir la dependencia por el gas natural proveniente de Rusia.
Países como Bulgaria dependen hasta en un 40 por ciento de la energía nuclear para su producción de electricidad; Eslovenia y Croacia, por su parte, satisfacen el 20 y 16 por ciento respectivamente en su consumo eléctrico generado por esta vía.
España es otro de los países que, como Alemania, buscarían el cierre paulatino de sus plantas nucleares; la central de Almaraz 1, en Cáceres, sería la primera, a más tardar en 2027, a pesar de la resistencia por parte de la Sociedad Nuclear Española.
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