Durante una concurrida manifestación convocada en São Paulo este domingo el expresidente brasileño Jair Bolsonaro afirmó estar siendo blanco de una persecución política, similar a la que —según él— enfrentaron Donald Trump en Estados Unidos y Marine Le Pen en Francia.
El exmandatario comparó su situación con la de otros líderes de derecha que, a su juicio, han sido apartados del juego político mediante estrategias judiciales.
En su intervención, Bolsonaro volvió a declarar que es inocente y denunció lo que calificó como un "activismo judicial" global que busca silenciar a la derecha.
"Lo hicieron con Le Pen en Francia, quisieron hacerlo con Trump en Estados Unidos, también ocurrió en Rumania (sic) y en Venezuela, donde Maduro impidió que sus adversarios políticos se postularan", expresó ante sus simpatizantes.
El exjefe de Estado (2019-2022) también señaló que excluirlo de las elecciones presidenciales de 2026 equivale a "negar la democracia y evidenciar el autoritarismo que impera en Brasil". Actualmente, Bolsonaro tiene prohibido competir por cargos públicos durante ocho años.
El líder de la extrema derecha brasileña acudió al evento junto a su esposa Michelle, varios de sus hijos y figuras de peso tanto políticas como religiosas, incluidos los gobernadores de siete de los 27 estados del país.
Miles de simpatizantes respondieron a su llamado y se congregaron en la emblemática Avenida Paulista.
La movilización popular también exigió una ley de amnistía para quienes fueron condenados por el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023, cuando miles de seguidores bolsonaristas asaltaron las sedes del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
En aquel momento, Bolsonaro se encontraba fuera del país, en Estados Unidos.
De acuerdo con la fiscalía, el expresidente habría intentado obtener el respaldo de los militares para ejecutar sus planes, sin éxito.
Después de las elecciones de octubre de 2022, en las que Lula fue declarado ganador, Bolsonaro y sus aliados comenzaron a difundir teorías de fraude electoral sin pruebas sólidas, cuestionando la legitimidad del sistema de votación electrónica brasileño. Aunque no reconoció explícitamente la derrota, Bolsonaro abandonó Brasil y viajó a Estados Unidos dos días antes de la toma de posesión de Lula el 1 de enero de 2023.
El 8 de enero de 2023, una semana después de que Lula asumiera el cargo, miles de seguidores radicalizados de Bolsonaro invadieron y vandalizaron las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia: el Congreso Nacional, el Palacio del Planalto (sede del Ejecutivo) y el Supremo Tribunal Federal. Estos actos fueron ampliamente condenados como un intento de desestabilizar el nuevo gobierno democrático.
Los atacantes exigían una intervención militar para revertir los resultados electorales y restituir a Bolsonaro en el poder. Las escenas recordaron al asalto al Capitolio en Estados Unidos el 6 de enero de 2021.
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