El despliegue de buques de guerra de Estados Unidos junto a la costa de Venezuela –anunciado por el presidente Donald Trump como parte de su combate a los cárteles de la droga en el Caribe– podría tener consecuencias impredecibles y muy negativas, advirtió ayer Rusia.
En el actual contexto, la decisión de Washington de comenzar operaciones militares contra el narcotráfico en América Latina, que se acompaña del aumento de la actividad bélica cerca de Venezuela, podría tener consecuencias impredecibles y muy negativas, señaló el ministerio ruso de Relaciones Exteriores por conducto de su vocera, María Zajarova.
Este despliegue militar y las recientes acusaciones de Estados Unidos contra el presidente Nicolás Maduro y otros altos dirigentes venezolanos sobre su presunta implicación en el narcotráfico parecen ser un ultimato contra el gobierno legítimo de un Estado soberano e independiente, declaró la portavoz a la prensa.
Analistas locales coinciden en que Washington –sobre todo después de que la Armada estadunidense empezó a patrullar cerca de las aguas territoriales venezolanas– mantiene la intención de derrocar a Maduro, ahora con el pretexto de luchar contra el tráfico de drogas.
Irina Akimushkina –profesora de la Universidad de Humanidades de Moscú– apoya esta tesis, como columnista invitada del periódico Nezavisimaya Gazeta, con tres hechos recientes provocados por Trump: calificar al presidente de Venezuela como una suerte de “padrino de los cárteles” de América Latina; las fuertes presiones para relegir al frente de la OEA al ex canciller uruguayo Luis Almagro, acérrimo enemigo de Maduro, y la propuesta de formar un gobierno de transición para convocar a elecciones presidenciales.
Las presiones sobre Venezuela hacen recordar lo que sucedió hace 30 años en Panamá, cuando el Pentágono llevó a cabo una intervención militar para cambiar el gobierno y encarcelar a su presidente, el general Manuel Antonio Noriega.
Pero en este momento incluso no sería necesario que Estados Unidos se involucre en una guerra directa con el bien pertrechado ejército de la república bolivariana y bastaría con que los buques de su Armada, junto con sus aliados en la región, principalmente Colombia y Brasil, intensifiquen el bloqueo a Venezuela, opina Akimushkina.
Vladislav Shuriguin, desde las páginas de Zavtra, está convencido de que Washington no parará hasta imponer en Caracas un gobernante subordinado a sus intereses, como ocurrió en Panamá a raíz de la operación Just Cause (Causa Justa), como denominó eufemísticamente la intervención militar que lanzó en diciembre de 1989 y que, 40 días más tarde, terminó con Noriega en la cárcel.
Entonces, apunta el articulista, Estados Unidos se propuso manejar los hilos de un gobierno de títeres que revisara las condiciones del tratado del Canal de Panamá de tal manera que las 14 bases militares que tenía en ese país pudieran quedarse ahí después de 2000, cuando se había acordado cerrarlas.
Ahora, Washington vuelve a usar como pretexto la lucha contra el narcotráfico para tratar de desplazar del poder a Maduro y colocar en su sitito a cualquiera que le entregue las ingentes reservas petroleras de Venezuela, concluye Shuriguin.
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