Recuerdo que el gran reportero polaco Richard Kapuscinsky afirmaba: “para ser periodista, antes hay que ser buen persona”. Cuánta razón existe en esas palabras.
La tarde de este sábado se celebró en Xalapa una reunión de amigos muy peculiar, 4 exsecretarios generales de gobierno, 2 alcaldes de Xalapa, subsecretarios, secretarios de finanzas, rectores y secretarios académicos, autoridades del poder judicial, exfiscales generales, empresarios y directores y columnistas de prestigiados medios de comunicación.
Reunirse en torno a un amigo, a un observador y narrador del acontecer político veracruzano, nacional e internacional de las últimas 6 décadas, un maestro de su oficio, un amigo de sus amigos y generoso con sus colaboradores y alumnos, amoroso con su familia, destacado empresario de medios y médico cirujano de vocación.
En su juventud, después de terminar su carrera de médico, emprendió un viaje en el oficio de su vida: ser reportero.
Para ello se matriculó en la prestigiosa Universidad de Columbia en Nueva York y desarrollo sus prácticas profesionales en el afamado New York Times - casa editorial de reconocimiento mundial y cuna de los premios Pulitzer-.
Regresó a México para ejercer su oficio como reportero y columnista de los principales Diarios de México de aquel entonces. Inició en el Heraldo con su leída “café político”.
Por su fina pluma y sagaz actividad de reportero fue acumulando amigos y noticias. Sus columnas de volvieron referentes de políticos como lo recordó uno de los asistentes ayer.
Dedicado a su profesión de lleno, la alterno con la de educador en la UNAM y eso le permitió tener un ingreso digno para mantener a su familia y ahorrar.
Ajeno a las perversiones y debilidades del poder, nunca aceptó dinero por una opinión o por distorsionar una noticia. También un connotado político destacó ayer: para él era más importante sus clientes comerciales que le compraban publicidad legítima, que el ingreso cómplice por el silencio con el gobierno en curso.
Respetuoso de sus colaboradores y amigos y generoso, otro amigo comentó como cedió su asiento a otro compañero en un viaje en avión en la campaña del presidente Echeverria que resultó un accidente mortal. Y todo por ayudarlo a ganar más ingresos que requería para su naciente familia.
Como hoy lo abrazan sus amigos convocados a la comida. “No me gustan los homenajes y menos cuando vienen de los clubes de box” dijo alegre al referirse a que ahora le ofrecen hasta los guantes de oro.
Humilde y modesto se sintió agobiado por los recuerdos de los amigos que le reconocen una carrera llena de méritos y mucho trabajo: nadie le regaló nada.
Su padre fue Ingeniero Militar hasta llegar a dirigir el Colegio Militar y lo formó en la disciplina y el trabajo.
Como médico realizó sus prácticas en el Hospital Vicente Leñero en México, donde recibía heridos que transportaba la Cruz Verde y llegaban malheridos. Ahí inició su destreza de cirujano.
Trabajo que inició en Carlos A. Carrillo siendo director del periódico en un pueblo analfabeto donde ese entonces encamino al gusto por la lectura.
Recorrió muchas redacciones y disfruta aún de la selección de las noticias importantes del día, de dictar las 8 columnas y diseñar una visión atractiva al lector.
Ha transitado exitosamente desde la máquina de escribir mecánica hasta el maravilloso mundo de las redes sociales y desde modestas redacciones hasta ser director de cadenas nacionales y de formar su propio corporativo de medios que es hoy unos de los más importantes y reconocidos del país.
Amigo de importantes políticos del pasado y del presente, de grandes empresarios y modestos trabajadores, para todos tiene el mismo trato. En alguna fase de su carrera sufrió de la implacable persecución de políticos intolerantes y corruptos que no gustaron de su libertad para escribir.
Fueron muchos recuerdos y una tarde agradable; 50 años de historia política no contada en Veracruz y en la que sin entrar en detalles o revelaciones algunos comensales contaron anécdotas que valdría la pena escribir y documentar para la historia política de Veracruz.
Seguramente para la siguiente ocasión.
“Honor a quien honor merece”
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