Carlos y Nelly habían consolidado su relación. Por fin habían logrado la paz y armonía en su casa. Años tardaron para poder comprarla. Las dificultades económicas no habían hecho permisible una vida holgada por años. El trabajo, problemas familiares, el hecho de haber adquirido la casa de sus sueños y por los mismas dificultades haber podido perderla, fue casi un infierno.
Por fin un respiro, tanto personal como de pareja y con su entorno.
Satisfechos se encontraban de haberlo logrado.
Y por fin, unas vacaciones, suspiró Carlos, cumpliría el deseo ferviente de Nelly, ella añoraba como arquitecta conocer el Viejo Continente, caminar Italia, sopesar la teoría de Diseño, tan enseñada en la Facultad, Carlos se sentía feliz y decidió no decirle nada, sería una sorpresa.
Había adquirido los boletos en un sitio experto recomendada y hasta no tener los boletos en mano con la promoción adquirida no diría nada.
La citaría en uno de sus espacios favoritos, al calor de un buen tinto, le daría la buena nueva.
Se apresuró a cerrar la oficina, para pasar a la Agencia de viajes e hizo una llamada a Nelly:
¿Te parece si nos vemos en El Mar de Italia?
¿A las siete?
¿Y eso? contestó Nelly…no es fin de semana, nosotros no acostumbramos a salir en jueves.
Toma un taxi y nos vemos allá, confirmó Carlos.
Nelly dejó el celular sobre la pequeña mesa de cedro de su recámara. Peinó su larga cabellera negra y decidió apresurarse eran las 5 de la tarde y no estaba arreglada. Se decidió por el vestido azul, seda combinada con escote pronunciado…hace mucho no lo uso, musitó y despacio comenzó la rutina del arreglo con gran delicadeza, culminando con altos tacones y una buena esencia, olor a sándalo y vainilla.
Pidió un Uber con la aplicación acostumbrada y a las seis con quince minutos lo abordó.
Carlos llegó antes al restaurante, impaciente miró el reloj cuando se dio cuenta de la hora siete y veinte y Nelly no llegaba, la puntualidad era una de sus virtudes.
Ocho, ocho treinta, casi las nueve de la noche, Nelly no llegaba y ya había marcado varias veces su número celular.
Nelly no llegó, Carlos pasó el resto de la noche y la madrugada en las oficinas de la policía y después acudió a otras instancias. Sin resultados. Nada se aclaró.
Las fotografías de Nelly aparecieron en los Diarios Locales no solo 24 horas después, sino los días, semanas, meses siguientes.
Hoy Carlos, solitario y taciturno, revisa con tristeza, dos boletos, un tour…Italia quedó en espera.
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