Después de haber terminado el óleo para su próxima exposición, Fátima se sintió cansada. Se quitó las gafas y se apretó las sienes, le empezaba una fuerte cefalea.
Debe ser trabajé en demasía, se dijo a sí misma y se levantó a prepararse un té. Dormiré una siesta y seguro será reparador para mi fatiga, y una vez ingerida la bebida caliente, se acostó.
El descanso vespertino se prolongó y sintiendo la extensión de las horas, se levantó.
De repente se dio cuenta, su vista estaba nublada, la visión de los objetos cerca de ella era borrosos y casi no los percibía.
Tuvo miedo, por su cuerpo recorrieron escalofríos y con desconfianza se aferró al borde la cama, teniendo en su cabeza una confusión enorme.
¿Qué tengo? ¿Qué me sucedió?
A través del tacto, marcó el primer número celular al alcance. Fue el de su amiga Mónica, quien por suerte acudió de inmediato a su auxilio.
Fátima había perdido la visión. Los doctores descartaron tumor cerebral o diabetes.
Ella angustiada y a punto de caer en una fuerte depresión, canceló sus compromisos plásticos, dio aviso al Museo de la Ciudad donde tendría exposición programada y a las Galerías para subrayarles era urgente la venta de sus obras, pues necesitaba liquidez.
Atribuida a una cuestión emocional, el neurólogo aseveró a Fátima, en cuanto sus presiones personales pasaran, ella recuperaría la visión.
Mónica le sugirió una persona para asistirla, pero como los honorarios eran altos, solo la utilizaba por horas. Una tarde sola, Fátima caminó por su pequeño apartamento, asiéndose de las sillas y bordes, de repente al tropezar con el caballete, donde trabajó su último gran formato, un ojo, quedó sin la manta protectora, al caer al suelo y volvió a Fátima con sorpresa casi cardiaca, volvió a ver.
Tocó todo lo de a su alrededor, incluyendo su delgada silueta, miro sus extremidades con mucho cuidado, se dirigió a la cocina y sacó comida del refrigerador y comió hasta saciarse.
Cuando acabó, paso de nuevo por el diminuto cuarto instalado como estudio y tapó el gran ojo, de inmediato su visión se perdió.
En un acto lúdico, volvió a quitarlo y de nuevo vio...sin buscar muchas explicaciones Fátima, guardó largo silencio sobre su nueva condición física, tomó lo mejor de su nueva vida y se tornó una afamada y rica pintora invidente, de manera constante se repetía...ni modo...Tan solo es mirar se dijo, hecho análogo al título de óleo.
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