Todos los despuntes de mañana eran para Jacinto...un ritual...4:30 le indicaba lo justo para tomar su atarraya, buscar sus viejas sandalias...salir con ellas en la mano, pues descalzo no hacía ruido. No le gustaba despertar a su mujer, quien dormía transpirada debido al calor de la noche y entonces el sigilo era obligado, para él, tal silencio era una especie de compañía, su conciencia, pensamiento generacional, su padre y su abuelo lo acostumbraron...hábito y sello de pescador.
¿Cómo será día? El mar en calma no le daba confianza, pero impulsar la lancha, hacia el manto azul, le cambió la actitud, ánimo se dijo a sí mismo.
Su travesía parecía ser igual a la del día anterior...seis horas en el extensión salada y poca pesca...la quietud a su alrededor lo llevaba a recordar las redes llenas de otros tiempos... la idea lejana de su niñez alegre junto a su padre, lo hacía sonreír, era grato, aquello: separar las distintas especies: sierra, peto, extraviado, cangrejo, róbalo, pulpo... hoy todo escaseaba y el mercado pagaba poco, el dinero no alcanzaba y sus problemas familiares crecían.
Lo más reconfortante de su actividad diaria, era encontrarse con mar. Cuán grande es...se repetía en voz alta...hermoso...traicionero cuando está enfurecido...sin piedad cuando amenaza...es la rutina del pescador se repetía...el mar te quita...el mar te da...
El golpeteo de una botella distrajo sus pensamientos... la recogió... poniéndola a un lado del motor.
Los rayos del sol se tornaban más intensos y nada caía...labios agrietados y boca seca, no se saciaban con el agua ingerida...
El calor empezó a fatigarlo... un sopor invadió su famélico cuerpo y su imaginación se volvió tortuosa, cayó en un aletargado cansancio, su mente giraba: sus hijos pidiendo comida, su mujer malhumorada, la comunidad de pescadores en reyerta con las autoridades, su casa con el techo averiado todo le vino de golpe a su sentir y el vaivén de la lancha se tornó constante...alcanzó a ver nubes blancas cirros y un conjunto de pelícanos y olfateando un aroma aire puro de océano...se perdió en divagaciones...
Después de una semana, una tarde lluviosa del mes de abril, el mes más cruel, el cuerpo sin vida de Jacinto, yacía dentro su lancha, apretado a su cuerpo tenía una botella verde, con muchos trozos de papel adentro de ella, tapados con un viejo corcho...
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