Entrevistado por Cristina Pacheco, cuando presentó su disco Terrés, su supuesto doble, y la brillante entrevistadora le cuestionó sobre la poesía en sus letras y Joan Manuel Serrat el canta- autor catalán contestó: soy compositor y cantante porque la se queda más en el subconsciente colectivo y tiene mayores posibilidades económicas.
Tal vez tenga razón en su pragmática respuesta, pero no, en su legado poético, pues la mayor parte de las letras de sus canciones tienen una lírica muy singular.
Casi todas ellas recopilan la idiosincrasia de España, un país en la encrucijada de sus vivencias existenciales.
Serrat y su guitarra, son la herencia de los trovadores y pícaros de los siglos más representativos de la narrativa ibérica, el andar de pueblo en pueblo, es un pregón, un espejo de su hermosa canción del Titiritero quien saca historias y pesares como pañuelos multicolores a usanza de magos de sus chisteras.
Este año Joan Manuel Serrat, recibió el Premio Princesa de Asturias y otrora la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X, el compositor cosecha merecidos reconocimientos por su divulgación musical.
Referirse a Serrat es internarse en la época de la rebeldía ideológica, el estandarte armónico a las imposiciones políticas de la España falangista, el canto a la libertad, como una de sus canciones, alzando la voz al amor y al respeto.
Otro de los méritos de Serrat es el haber difundido, la obra de grandes poetas: Miguel Hernández, Rafael Alberti, Salinas, León Felipe y Antonio Machado, este último con Cantares, en su voz, se ha convertido en un himno a la vida.
Hoy la trayectoria de Serrat nos abre las puertas a un universo de nostalgia y tiempo recuperado, en el sentido de las mujeres nos tornamos Penélopes, para tejer sueños de devenires mejores, amores a golpe de sol y de agua, cerca del mar, buscando el encanto de las pequeñas cosas, ansiando no caer en un Pueblo Blanco para no morir en cautiverio
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