Relacionar la palabra estrés con cuestiones negativas es común, sin embargo, esta reacción natural del ser humano tiene beneficios de los que pocos hemos podido darnos cuenta. En estos días de confinamiento, el estrés ha mantenido a muchos sanos y salvos y por ello podemos identificar dos ramas de este, el ‘bueno’ y el ‘malo’.
Esto tiene más sentido de lo que parece y lo vamos a corroborar gracias a la información de la doctora Paola de la Garza, maestra en nutrición clínica y nutrióloga de Clínica Pronokal México, quien conversó con Galería sobre estos tipos de estrés, como funcionan y se reflejan en nuestro organismo, principalmente en un momento en el que la situación pandémica ha transformado nuestros usos y costumbres de forma radical.
“Al estrés lo tenemos muy identificado como que siempre es malo, pero tiene sus ratos en que es totalmente indispensable a que funcione a nuestro favor”, aseguró la especialista, quien definió al estrés como una reacción química que enfrenta el organismo cuando sufre cambios de situación repentinos.
Reacciones
“Nuestro cuerpo tiene que vivir momentos de estrés cuando crecemos, tiene que salvar nuestra vida de algo, cuando hay un proyecto que entregar para mañana, cuando tenemos un público enfrente hay cierto nivel de estrés, que lo que hace es elevar nuestra producción de adrenalina y noradrenalina, y nos pone más alertas, más vivaces y con mayores capacidades físicas que se llevan a cabo”.
De acuerdo con la Dra. De la Garza, estas reacciones se reflejan en aspectos como mayor fuerza corporal y agudeza de los sentidos, provocando reacciones positivas y que nos ayudarán en la situación a enfrentar: “Está ahí para protegernos y nos ayuda a sortear la vida diaria”, afirma.
Sin embargo, surgen problemas cuando se vuelve crónico, ya que las ‘amenazas’ diarias podrían desequilibrar al organismo, provocando que nuestros sistemas corporales dejen de funcionar en armonía y provocar daños a la salud.
“Cuando nosotros empezamos a alterarla activa mecanismos compensatorios, pero si llega un punto en el que todos los días la estamos haciendo tener que activar mecanismos compensatorios, esta maquinaria se fatiga y llegamos a un tema de estrés crónico que se va a traducir tal cual en fatiga crónica”.
Una de las primeras señales es el desorden del eje hipotálamo hipófisis adrenal, el cual provoca hambre descontrolada, elevación de cortisol e insulina, mal sueño y alteración general de hormonas: “Nos empezamos a convertir en un ciclo de maldad en el que no duermes bien, no descansas bien, tienes hambre todo el día y de nuevo al día siguiente te quieres dormir, pero por la baja producción de melatonina no tienes sueño”, explica de la Garza.
Identificación
Por ello, es importante identificar, a través de la cronicidad, el desarrollo de estrés malo, ya que el despertar cansado, tener hambre insaciable y el aumento de peso son focos rojos que avisan un urgente cambio de hábitos y cuidados.
“Ahorita por la cuarentena, aunque seamos las personas más zen del planeta, la pura amenaza a nuestra especie que está allá afuera, que hay gente muriendo e infectándose, ya provoca cierto estado de estrés en todos” -afirma- “Hay que echar a andar mecanismos compensatorios para ayudarle a nuestro cuerpo”.
Recomendaciones
Así, la Dra. Paola de la Garza recomienda comenzar por el ciclo de sueño, el cual debe contar con 8 horas aunado a comenzar el día al amanecer e irse a la cama antes de las 12 de la noche. Asimismo, el ejercicio es indispensable en la recuperación, ya que no solo nos mantendrá en forma sino también funcionará como un escudo contra la amenaza latente al Covid-19 y otras enfermedades.
“Es una excelente herramienta para mejorar nuestro sistema inmunológico, porque a partir del ejercicio de resistencia física como las sentadillas, lagartijas, pesas, pilates o yoga, ayudan a que empecemos a producir una sustancia, miosinas antinflamatorias, que optimizan nuestro sistema inmunológico”, detalla.
Por otro lado, asegura que la dieta es esencial en la evolución del estrés, ya que la alimentación debe estar fundamentada por expertos que asesoren un sistema que oscile entre la dieta cetogénica y baja en carbohidratos, ya que la primera permitirá la reducción de peso, mientras que la segunda mantendrá el peso corporal.
Finalmente, la parte emocional: “Hay muchas líneas de ayuda ahorita y nosotros como médicos estamos listos para nuestros pacientes en la consulta para ayudarlos, orientarlos, poder corregir y echar a andar toda esta maquinaria que ellos tienen que aplicar para corregir su estrés. Esto no se arregla tomándose un ansiolítico, esto se tiene que arreglar de raíz y corregir todo el sistema”.
Por ello, de la Garza recomienda terapia psicológica, así como la mejora en la convivencia familiar y balancear actividades laborales, domésticas y sociales, “sin dejar de ser multitaskers”, buscando siempre optimizar las situaciones de estrés.
“Si tenemos un cuerpo sano, vamos a tener un mejor manejo del estrés, vamos a poder estar relajados y nuestro sistema inmune en optima condición”, finalizó.
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