A una página de la historia de la moda se le dio vuelta este martes 29 de diciembre con la muerte a los 98 años del modista francés Pierre Cardin, diseñador visionario y pionero del prêt-à-porter.
Cardin abrió antes que muchos otros un “rincón” en un gran almacén e hizo desfilar a hombres. También adoptó un sistema de licencias a gran escala que le aseguraba una difusión en el mundo entero, estampando su nombre en productos tan variados como corbatas, cigarrillos, perfumes o agua mineral.
“Mi objetivo era la calle, que mi nombre y mis creaciones estén en la calle. Las celebridades, las princesas... Eso no era lo mío. Los respetaba, cenaba con ellos, pero no los veía en mis vestidos”, dijo.
Perfumes y cinturones, pero también vajillas, despertadores y muebles: a lo largo de estas décadas, Cardin multiplicó excesivamente los acuerdos de licencia, al punto de diluir la marca que llevaba su nombre: “Es muy difícil tener un nombre en la moda. Por eso, cuando tenemos uno, hay que aprovecharlo”, aseguró en 2019.
Nació en Venecia el 2 de julio de 1922. Hijo de padres franceses de ascendencia italiana, fue educado en la no tan glamurosa ciudad francesa de Saint-Étienne. Comenzó a trabajar como aprendiz de sastre, y a los 14 años ya sabía confeccionar sus propios diseños.
Cuando llegó a París en 1945, hizo máscaras teatrales y el vestuario de la película de Jean Cocteau, ‘La bella y la bestia’. Un año más tarde, se sumó a la entonces desconocida casa Christian Dior, la cual abandonó en 1950 para fundar su propia firma, y presentó en 1953 su primera colección: “En Dior aprendí la elegancia, evidentemente”, afirmó.
Siempre precursor, se dirigió muy pronto a Asia donde gozaba de una gran reputación: viajó en 1957 a Japón, entonces en plena reconstrucción, y organizó desfiles en China desde 1979. Su “museo” personal, situado en Saint-Ouen (periferia de París) tiene tres mil 500 m2 destinados a la moda, tres mil 500 m2 para los muebles, y guarda unos 10 mil modelos que fue coleccionando desde el principio de su carrera.
Fue uno de los pioneros de la moda en lanzarse, desde los años 1960, a los nichos de las licencias. Su modelo llevado hasta el extremo se convirtió en un caso de estudio en las escuelas de Marketing, bajo el neologismo de “cardinización”.
En 2018, la fortuna de Pierre Cardin estaba valuada en 735 millones de dólares, de acuerdo con el ránking anual de la revista Forbes.
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