Lo saben prácticamente todo de ti. Antes incluso de que saltes de la cama para apagar el despertador de tu celular, un montón de organizaciones ya saben a qué hora te vas a levantar, dónde has dormido e incluso con quién.
Y cuando te despiertes y agarres el teléfono móvil, aún conocerán muchos más detalles privados tuyos: por la música que pongas, deducirán por ejemplo tu estado de ánimo. Hasta encender la lavadora o prepararse un café puede revelar información personal. Tus gustos, tus aficiones, tus hábitos, tus relaciones, tus miedos, tus asuntos médicos….
Prácticamente todo lo que hacemos es espiado y controlado por compañías que, luego, comparten toda esa información personal entre ellas y con numerosos gobiernos. No sólo se trata de que vendan tus datos personales, sino del inmenso poder que eso les da para poder influir en ti.
De todo eso trata ‘Privacy Is Power’ (La privacidad es poder), el libro que acaba de publicar la filósofa mexicano-española Carissa Véliz, profesora en la Universidad de Oxford, concretamente en el nuevo Instituto de Ética e Inteligencia Artificial.
Nacida en México en el seno de una familia española que tuvo que salir de España después de la guerra civil y que encontró refugio en ese país, Véliz empezó a interesarse por la privacidad cuando se puso a investigar la historia de sus familiares en archivos en España.
"Me hizo preguntarme si tenía derecho a saber aquello que mis abuelos no me habían contado sobre la guerra civil española", explica. Hoy es experta en privacidad y en el inmenso poder que nuestros datos personales otorgan a compañías y a gobiernos.
Protección
“La privacidad es importante porque la falta de ésta le da poder a otros sobre nosotros. Cuando otras personas saben demasiado sobre nosotros pueden interferir en nuestras vidas. La privacidad nos protege de los abusos de poder”, explica la autora sobre la importancia de la privacidad.
“Ahora mismo no estamos siendo tratados como a iguales: no vemos el mismo contenido online, no nos ofrecen las mismas oportunidades, a menudo no pagamos el mismo precio por los mismos productos…”
“La privacidad es poder. Si damos nuestros datos a las empresas, que no nos sorprenda que los ricos sean los que escriben las reglas de nuestra sociedad. Si damos demasiados datos a los gobiernos, que no nos sorprenda que nos controlen. Para que la democracia sea fuerte, la ciudadanía debe tener el control de los datos. Por eso la privacidad es una preocupación política y no solo individual”.
De acuerdo con Véliz, los dispositivos electrónicos recaban datos personales importantes, desde quiénes son tus amigos, familia, tu ubicación, hasta opiniones políticas, tus ingresos, etcétera. Esto, asegura, “se vende al mejor postor”, pues los data brokers (corredores de datos), detalla, compilan un dosier con esta información a internet que se vende a empresas de marketing, aseguradoras, bancos, gobiernos e incluso “criminales que quieren robarte la identidad”.
“Los daños pueden ser tanto individuales hasta colectivos” -recalca-“En casos extremos, la falta de privacidad mata: desde suicidios como resultado de una humillación pública (como pasó el año pasado en España) hasta regímenes autoritarios que usan los datos personales para perseguir a ciertos colectivos (China usa datos biométricos y personales para perseguir a los Uigures)”.
Al cuestionarle sobre porqué es importante como sociedad mantener nuestra privacidad, Carissa Véliz asegura que, sin privacidad, “no hay garantía de igualdad, ni justicia, ni libertad, ni democracia”, pues “amenaza nuestra autonomía, nuestra capacidad de autogobernarnos, como individuos y como ciudadanía”.
Recomendación
Por ello, recomienda algunos consejos prácticos para combatir la pérdida de privacidad de forma individual; por ejemplo, sustituir Google por DuckDuckGo o WhatsApp por Signal. Asimismo, subraya no proporcionar datos personales “a quien no los necesita”, además de no violar la privacidad de los demás, es decir, no publicar fotos de alguien sin su consentimiento, o compartir imágenes relativas.
“La privacidad es un derecho humano, es un derecho tanto legal como moral. Es el deber tanto de gobiernos como de ciudadanos proteger ese derecho, igual que tu derecho a la vida lo protege tanto el estado como la gente que te rodea”, asegura y agrega que aún estamos a tiempo de recuperarla.
“Podemos prohibir la economía de datos, obligar a los buitres de datos a que borren nuestra información sensible, imponer deberes fiduciarios a cualquiera que maneje nuestros datos, mejorar nuestros estándares de ciberseguridad, y mucho más. Estamos atravesando un proceso de civilización parecido al que atravesamos en el contexto anterior al digital”.
“Algo importante a tener en mente es que la tecnología puede funcionar perfectamente bien sin comercializar con nuestros datos. La venta de datos es sólo un modelo de negocio. Podemos financiar la tecnología de otras maneras”.
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