Siempre risueña y con la perspectiva de sus casi nueve décadas de vida, la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska espera que la crisis del coronavirus sirva para que “la vida cobre importancia” en los países latinoamericanos, especialmente en su querido México, teñido de violencia.
A pesar de su optimismo, la Premio Cervantes de Literatura 2013 está convencida de que la crisis de COVID-19 no dará paso a sociedades más igualitarias en la región, que seguirá lastrada por las enormes inequidades.
Saber hacer
Poniatowska (París, 1932) aprovecha este tiempo de reclusión en su casa del Sur de la capital mexicana para avanzar la segunda parte de su novela “El amante polaco”, pero encuentra unos minutos para conceder una entrevista.
—¿Tiene alguna propuesta?
—El saber hacer es la salvación de un pueblo. Hay comunidades enormes que no saben hacer y yo creo que sería un buen momento para impulsar oficios útiles, más allá de filosofar de lo poco que valemos y cómo estamos a la merced de los acontecimientos. Eso ya lo harán los que lo saben hacer, o no saben, pero les creemos.
—¿Qué le gustaría que quedara atrás cuando todo esto haya pasado?
—Ayudaría mucho a nuestros países de América Latina que la vida tenga valor. En México cantamos que “la vida no vale nada” en “Camino de Guanajuato”. Nuestras canciones giran en torno al tequila, la borrachera, la cantina y la muerte fácil sin razón. Todo esto parece que nos enorgullece y es tan idiota que ojalá no siga. Ojalá la vida cobre importancia.
—¿Qué lección positiva sacaría de esta crisis?
—Las familias se van a acercar más y espero que se adquiera una nueva filosofía de vida. Por ejemplo, hay un sector en México totalmente crítico de cualquier cosa que haga el presidente Andrés Manuel López Obrador y lo acusan a cada rato. Esa división espero que no siga porque le hace daño al país.
—¿Le parece que el Presidente sabe cómo afrontar esta crisis?
—Pues yo estoy con López Obrador desde hace 16 años. Creo que hace las cosas a su modo y yo estoy con ese modo. Me parece que no es un alarmista. Habla despacito, cada vez más despacito, y nos tiene esperando a ver cuál va a ser la próxima palabra. Esa pausa, que a muchos irrita, a mí me da paz.
—¿Al menos todo esto da para una novela?
—Van a salir muchas novelas. Lo triste es que ya no tengamos a un Gabriel García Márquez. Pero es un tema sobre el que van a abundar. Recuérdese a Albert Camus, el de ‘La Peste’. Ya ha habido novelas sobre este tema y van a seguir habiéndolas. Más o menos realistas, pero lo que ahora necesitaríamos es una novela futurista.
—¿Cómo sería una novela futurista del coronavirus?
—Yo soy claramente de la vieja escuela. El futuro lo entiendo en función de mis nietos, que son físicos y científicos. Pero ellos no se molestan mucho en explicarme cómo va a ser algo porque piensan: “Bueno, la abuela ya no lo va a ver”.
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