La personalidad de Melchor Peredo, pintor nacido en la ciudad de México en 1927 y radicado en Xalapa es singular.
Su obra y conciencia han estado alrededor del Muralismo, pero no como un simple ejecutor, sino como un comprometido visionario, hombre y muralista entregado al significado de tener amor y conocimiento al hecho de pintar sobre las paredes y sobre todo en edificios públicos.
El creador visual es un experto en Historia Nacional, lleva con ojo avizor una mística de conciliador entre los sucesos trascendentes del país con respecto a la ideología de cambio en la República y entonces pinta, ejecuta con maestría a los protagonistas de sus murales, personas quienes realmente han hecho posible los logros sociales en México.
De las obras representativas de Melchor están la Escuela de Bachilleres Constitución 1917, el Centro de Idiomas de la Universidad Veracruzana, el Tribunal Superior de Justicia y a mi juicio la más emblemática, el Vestíbulo y el cubo de la escalara del Palacio de Gobierno de la capital veracruzana.
Xalapa para el maestro Peredo ha sido su fortaleza. Su ejercicio profesional lo ha centrado no solo en la conservación y ejecución de murales, sino también apoyando a otros pintores con intenciones de mantener vigente esta fase del arte.
El maestro también se ha abocado a reconstruir la Historia del Muralismo en Xalapa, como lo logro en su espléndida compilación de Xalapa, reducto de la revolución muralista en Xalapa.
En esta edición, Melchor Peredo nos relata la presencia de Leopoldo Méndez y Alva de la Canal para realizar murales en la Ciudad de las Flores.
Nos detalla con precisión la presencia de José Chávez Morado connotado creador visual de la Escuela Mexicana de Pintura y su trabajo en las paredes de la Escuela Normal Veracruzana, así como los logros de Antonio Gutiérrez, Feliciano Peña, Norberto Martínez y Mario Orozco Rivera en sitios públicos de la ciudad.
Destaca también la labor de Alberto Aguirre Beltrán, el papanteco Teodoro Cano y de el gran pintor Pepe Maya entre otros, pues como el mismo subraya una ciudad sin plástica mural es triste y carente de memoria.
El maestro Peredo se renueva, poniendo de manifiesto su perfil de artista, crea paneles portátiles y con ellos sigue en pie su pasión y lucha de vida: el Muralismo.
Bien por este caudillo del pincel, voz y permanencia de un eslabón histórico de identidad nacional en México, su obra nos enaltece y obliga a ser parte de la dinámica visual, símbolo de nuestro arte.
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