Clasificar un día del año, para señalar la importancia del peculio y del acervo de las civilizaciones y culturas en distintas de sus manifestaciones a través de los tiempos, es un acierto.
El 18 de mayo considerado el Día Internacional de los Museos, sirve para referenciar los objetos artísticos, simbólicos tecnológicos, evolución de las especies animales, flora y fauna representativos de cada segmento de nuestro planeta.
Cada país va formando su propia estructura y sumatoria de sus tesoros ancestrales, de sus usos y costumbres, indumentaria y de su perfil y forma de asentarse en sociedad.
No solo existen los grandes Museos donde la plástica constituye un marco preferente desde sus edificios; Del Prado, Hermitage, Louvre, MOMA, Rijmuseum, Orsay, Los Museos Vaticanos, el Museo de los espacios de Bellas Artes en diversas geografías, como el emblemático en México ubicado en la Avenida Juárez y diseñado por Adamo Boari, y tanto otros en las grandes capitales del mundo. También en este sentido el arte contemporáneo como el MOMA, las colecciones de los Guggenheim, el George Pompidou, Uffizzi, el MAM también en Ciudad de México, junto con el Tamayo y el Somuaya, son peculio nacional.
Los Museos forman una lista interminable, pues los hay dedicados a la Evolución del Hombre, como el de París, el de Burgos, Altamira y asimismo de Oceanografía, Militares y Navales.
El Día Internacional de los Museos nos permite apreciar los logros de la humanidad. Percibir el pasado glorioso de las grandes civilizaciones: Museo de El Cairo, Pérgamo, en Berlín, Museo Nacional de Atenas,Museo del libro en Jerusalén y el Museo de Antropología de México.
Resulta fundamental fomentar en las nuevas generaciones el valor de estos valiosos sitios, lecciones apreciadas de Historia.
Los museos son pieza básica del conocimiento en diversas asignaturas. Acudiendo a los Museos, a las Casas de personajes ilustres, convertidas en tales, el aprendizaje se afianza y la sensibilidad crece en cuanto a la llevar una convivencia axiológica.
Promover sus visitas no solo es de interés cognitivo sino nutriente al espíritu pues eleva la capacidad de sopesar el devenir.
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