SEGUNDA PARTE
Hasta antes de la pandemia, instalar un sistema 2G costaba más de 8 mil dólares en términos de equipo de radiofrecuencia y computación. Pero “si es un sistema reciclado, disminuye el costo un poco”, explica el ingeniero Javier De la Cruz.
Y es que en Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias (TIC) se encargan de buscar donativos de equipos a nivel internacional y echan mano de un software abierto, que no requiere pago de licencias, pero sí de muchas horas de trabajo para la corrección de errores.
Esa labor se traduce no solo en un servicio celular, sino en su bajo costo: mientras las compañías telefónicas en México ofrecen paquetes de servicio de voz y datos, el más básico de 2.5 dólares (aprox. $50 pesos) por 7 días.
Los usuarios de las redes comunitarias pagan 2.1 dólares por un mes de acceso a llamadas de voz y mensajes de texto (SMS).
OPERACIÓN. Javier de la Cruz opera el “cerebro” de TIC desde la ciudad de Oaxaca.
En un estado con una histórica marginación económica y una alta generación de migrantes, el poder hacer llamadas a EE.UU. cuesta $0,15 dólares por minuto. “Y el saldo no se borra por pasar una cantidad de días. Si la gente pagó, se le da una continuidad al servicio que ha tenido”, destaca De la Cruz.
Luego de que instalan una red en una comunidad, los miembros de TIC capacitan a gente del mismo pueblo, “jóvenes, adultos, hombres, mujeres, que tengan ganas de aprender”, para manejar aspectos como el registro de nuevos usuarios y los abonos mensuales.
Pero también aprenden sobre la operación básica de los aparatos y “fierros”, pues si hay una falla que pueda ser solucionada localmente, eso evita que los siete técnicos de TIC deban viajar varias horas desde la capital de Oaxaca hasta una comunidad apartada como Yaviche.
Cada una de las 16 comunidades tienen sus propios administradores.
“Muchos usuarios son personas mayores. El reto es cómo explicarle a un abuelo sin que te desesperes. Entonces, más allá de saber qué es el 4G, el reto de los administradores es cómo explicarle eso a la gente."
"La idea es que la asociación sea un acompañamiento para que la comunidad lo sostenga”, explica Lisset González, una capacitadora de TIC.
OFERTA. Los servicios locales de Wi-Fi, como el de San Juan Yaeé, ofrecen una conexión a través del pago de fichas de duración.
En los últimos 10 años, varias comunidades se sumaron a la asociación civil sin fines de lucro que conforma TIC. Pero otras también se han desconectado.
La entrada de las grandes telefónicas a algunas de las regiones más marginadas de Oaxaca, así como el servicio de internet Wi-Fi de algunos proveedores locales, ha reducido el número de usuarios de TIC de 6.000 a 4.000 en los últimos años, así como las comunidades participantes (de 16 a 14).
Y en el último año, el gobierno de México lanzó un proyecto para proveer acceso a internet y voz a través de la basta red de la Comisión Federal de Electricidad, lo que en teoría implica que en todo lugar donde haya servicio de electricidad (+90% del territorio) puede haber servicio de internet.
Por otra parte, los servicios comunitarios en ocasiones también enfrentan retos técnicos, como la saturación del servicio o imprevistos, como las descargas eléctricas que inhabilitan los aparatos de transmisión.
En Yaviche se “quemó” una fuente de transmisión este año, por lo que los usuarios quedaron sin cobertura durante meses hasta que se puso a prueba el servicio 4G con un nuevo transmisor.
Esos son los retos que enfrentan las comunidades de TIC para subsistir en una industria altamente rentable y competitiva para los grandes capitales nacionales y trasnacionales (y ahora los proyectos de gobierno).
Pero eso no desanima a quienes forjaron este acceso a la comunicación.
“En Yaviche no le apostamos al negocio, al pensamiento de acumulación, sino en cómo hacemos sostenible este proyecto, por eso estamos apostando en esto y seguiremos”, dice Oswaldo Martínez.
OBJETIVO. Con redes independientes, comunidades pueden seguir usando su propia lengua.
Contar con una radio propia, una señal de televisión los fines de semana y una red celular es todo un orgullo para comunidades como Santa María Yaviche.
Y si bien tienen disponibles nuevas vías de comunicación, como el Wi-Fi a través de fichas de varios minutos u horas, para ellos es importante sostener lo propio.
“Esto es de la comunidad y eso nos hace sentir más nosotros. No dependientes de una compañía de fuera que en cualquier momento lo pueden quitar porque no es rentable”, dice Gerardo.
Hay algunas funciones de la red celular que incluso la hacen sentir más propia, más “xhidza (zapoteca)” como la distribución general de mensajes en su propia idioma en casos especiales o de emergencia.
“Con esta herramienta nosotros podemos seguir usando nuestra lengua. Va más allá de lo que las otras compañías buscan. Es una forma de que la tecnología sea una parte para mantener nuestra identidad xhidza”, dice Oswaldo Martínez.
“La idea de nosotros es generar nuestros propios procesos. Y ahora con los jóvenes queremos preservar nuestro pensamiento. Porque cuando uno habla español, solo es como una reproducción, pero cuando uno habla xhidza, lo hacemos desde nuestro corazón”.
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