Comparte ficciones críticas

Ficciones críticas que tienen al cuento como eje, textos experimentales que mezclan la cotidianidad con la literatura y el yo, historias que reivindican la emoción en la crítica y la importancia del autor; pero, sobre todo, un “acto consciente de canibalismo” en el que, tras haberse “tragado” al cuentista, se crea una propuesta distinta a partir de su universo literario.

Así define la narradora franco-mexicana Leda Rendón Trocherie los textos híbridos que integran su columna mensual ‘Umbrales mínimos’, que ha publicado desde 2016 en el periódico Excélsior, 55 de los cuales dan vida al libro ‘La nariz de Gógol’ (E1 Ediciones), de reciente publicación.

“Esta columna ha sido una exploración y una sorpresa, en la que he tenido la libertad de retar al lector a través de la ficción. Ha sido un espacio de escritura, pero sobre todo de lectura. Hay un acto consciente de canibalismo, donde literalmente me he tragado a autores como Julio Cortázar, Ricardo Piglia, Guy de Maupassant, Felisberto Hernández o John Connolly”, afirma.

“Pero no estoy contando las historias como son. Uso el universo narrativo del cuentista para crear un momento abstracto a partir de otras voces: femeninas, masculinas, de animales, de cosas inanimadas”.

Propuesta

La licenciada en Literatura Dramática y Teatro por la UNAM destaca que trata de retomar la propuesta del autor, su universo y muchas veces a la persona.

“Creo que el autor reclama su lugar en el análisis textual. Las nuevas tendencias analíticas tienden a eliminarlo; pero me parece que el autor es el impulso material, la voluntad hecha carne para lograr esta telaraña de letras que tienen un significado particular. Es algo que quiero revindicar”, indica.

La colaboradora de El Periódico de la Vida Nacional aclara que la mayoría de los textos de La nariz de Gógol fueron seleccionados del universo publicado en este diario, excepto uno que vio la luz en la Revista de la Universidad en 2010.

“Lo incluí porque es como una premonición de esta columna. Ahí colaboré durante siete años, pero los escritos no tenían el espíritu que he podido desarrollar en Excélsior con una libertad que agradezco”, añade.