Amalgama de colores, olores, sabores; crisol de razas, de etnias, es el Mercado Morelos de Coatzacoalcos. Un conglomerado de personas de diferentes partes del país, provenientes de Oaxaca, como de Puebla, Chiapas, Tabasco, Yucatán, Monterrey, Ciudad de México y por supuesto de Veracruz; que ofrecen lo que el estómago del pueblo necesita. Este centro de abastos constituye todo un modo de vida, lugar donde se escriben historias diarias, donde se ríe, se canta y se llora.
El Mercado Popular Morelos, un inmueble de 58 años que ha sobrevivido a dos conflagraciones fuertes; la última de ellas destruyó la mitad de los locales, en los tiempos de la administración municipal de Rogelio Lemarroy.
Ahí donde se han escrito tantas historias, lugar de líderes partidistas, lugar de asistencia obligada de todos los políticos que han llegado a un puesto de elección popular y de los que no han logrado “servir al pueblo”.
En este sitio ya no se libra la diaria batalla contra las cadenas trasnacionales y nacionales que vinieron a hacerle la competencia a los campesinos de la sierra de Soteapan, que son quienes han conferido un valor agregado a los cerca de 350 comerciantes establecidos en el inmueble de Pedro Moreno e Hidalgo. Gracias a ellos la economía de los negociantes que sobreviven de sus ganancias diarias no ha llegado a la quiebra total.
1964, AÑO DE SU NACIMIENTO
Inaugurado en 1964 durante el mandato presidencial de Adolfo López Mateos, la gubernatura de Fernando López Arias y Mariano Moreno Nextle, a la cabeza de la presidencia municipal.
Este centro de abastos ha tenido sus altas y sus bajas, con buenos y malos dirigentes. Hoy en día se puede decir que han sobrevivido a todas las crisis, económicas, políticas y hace dos años a la pandemia de la Covid- 19, lo que hizo que las ventas cayeron drásticamente al descender las visitas al inmueble. Anterior a la crisis sanitaria, los fines de semana se llegaban a recibir hasta 4 mil gentes entre sábado y domingo, días en que los pasillos se tornaban intransitables.
Por supuesto, los domingos todos buscan la “cochinita”, elaborada en horno de barro por las “paisanas del Istmo”, quienes laboran alineadas en el pasillo central.
Nadie sabe, pero todos llegan a comprar el mole oaxaqueño que preparan las hermanas Isaura y Juliana, oriundas de Zanatapec, Oaxaca, quienes elaboran cada semana unos 100 litros de mole, los que venden por litro o en enchiladas.
También se pueden degustar las deliciosas empanadas de Caro, quien en un espacio de dos por dos metros, tiene 4 amigas que la ayudan. Igualmente se ve a doña Nelly elaborando los tacos de cochinita con tortillas pasadas por aceite, friendo panuchos y empanadas gigantes. Las hábiles manos pican el repollo o rallan el queso con que se adornan los antojitos que se preparan a diario.
Dice doña Nelly Trejo Carter, que en promedio se hace unas 500 empanadas diarias que distribuyen entre tablajeros, expendedores de pollo o las marchantas de la Sierra de Santa Martha y San Martín. Además de quienes llegan a desayunar al localito que le fue heredado por su madre Rosita, hija de Chabelita, la abuela de Carolina.
Por otro lado está “Chela” hija de doña Chabela, señora nacida en Ixtepec Oaxaca, quien por tradición vende productos esotéricos para contrarrestar cualquier mal y los más difíciles de conseguir entre los que destacan las “Púas de Maguey”, un sapo vivo, un zopilote, “Mercurio” para correr gente, y lo que casi nadie compra una efigie del Diablo. Todo para la buena fortuna, o para alejar al enemigo.
También se encuentra Adrián Huerta, quien expende raíces curativas como el Boldo, el Simoncillo o la ortiga y otras raíces y semillas. Dice el entrevistado que lo más caro es “la cabeza de chivo”—una corteza que tiene un pelambre parecido al del chivo—, y el Ginseng, el cual tiene propiedades curativas infinitas que hasta sirven como afrodisiaco y el precio de cada una de estas raíces oscila entre los 2,500 y 3,000 pesos el kilógramo.
En el pasillo de Juárez se ubica doña Herminia, vecina del kilómetro 14, poseedora de la más variada selección de hojas curativas y para baños a precios económicos, como la albahaca, hoja de Tigre o papaloquelite que se encuentran en la diversidad de la selva que aún queda en la región de la Sierra de Santa Martha y el Volcán de San Martín.
En el corredor de Pedro Moreno, a un lado del aparcamiento de carros, están las chiapanecas que expenden de todo tipo de queso, además de cremas, chorizo o longaniza. Desde luego, debido a la modernidad también hay expendios de artículos para celulares y tarjetas de prepago.
Finalmente, en este recorrido visual por los múltiples locales del mercado, no podían faltar los vendedores de plátanos, carbón vegetal, naranjas, limón papaya y piña, ricas frutas de temporada.
LOS FUNDADORES
Pocos son los fundadores que aún viven, entre ellos Rolando Álvarez Ramos quien menciona con nostalgia a algunos fundadores del centro de abasto como son Lupe (QEPD) en la bonetería o Alfonso Garza (QEPD) en la mercería.
Otra de ellas es Soledad Sánchez Cruz, doña Chole, propietaria de la primera tienda de abarrotes, cuando eran 16 quedando actualmente solo 3, quien, desde hace doce años, esta porteña vende pollos aliñados en uno de los pasillos.
También la difunta Carmen Santiago del puesto de periódicos y revistas que se leían semanalmente como el Memín Pinguín, Lágrimas y Risas, Kaliman, el Libro Vaquero, La Familia Burrón, El Pantera, entre otros muchos.
La pandemia del Covid-19 se llevó a algunos, pero no tantos como el tiempo inexorable, confiesa don Rolando.
Crisanto Cruz Mazariego y Enrique Prieto que iniciaron con los típicos tacos de tripa, son uno de los atractivos del mercado. De igual forma, los hermanos Vargas continúan esa tradición que ha llevado al Morelos a tener fama nacional y posiblemente hasta internacional.
Pedro Luis Fernández Jáuregui, el carnicero de nacimiento, a sus 72 años sigue en la lucha. Este conocido tablajero procedía del mercado Constitución y llegó en los sesentas al Morelos, cuando solamente estaba la avenida Juárez y la Pedro Moreno era un barranco que se extendía hasta Transístmica. El vivió el incendio del área de abarrotes.
Igual podemos sumar a Ernestina, una paisana que comercia totopo, queso y camarón en el pasillo central y doña Chelo de la refresquería el Talismán.
Cabe mencionar, que hay personajes que dejaron huella como el “Manís”, de los pioneros en el taco de tripa y ubre. Al igual que Gerardo, también fallecido, boxeador en sus años mozos, siempre se le veía todo moreteado de la cara luego de subir al ring que era su pasión.
Igualmente viene a colación, el Muñeco, un carnicero muy popular; don Teodoro un tablajero; las poblanas y doña Rosa la de las empanadas; Evelio García de los plataneros o doña Lucy de las fondas.
Rolando Álvarez Ramos recuerda a Vicky Pineda, secretaria general de los locatarios y que por pelear los derechos de las señoras de las fondas, sufrió un derrame cerebral quedando sentada en una de las bancas de su local, de ahí la llevaron al hospital y murió.
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PASILLOS QUE ESCONDEN EL COLOR Y SABOR DE COATZA
El Morelos ofrece productos disímbolos como una loción para quitar el mal de ojo o Ginseng con sus múltiples propiedades curativas.
Semillas de girasol, queso fresco y de hebra, el pollo guisado o crudo, los variados tamales.
Tradicionales tacos de tripa, ubre y carne, púas de Maguey, hoja de pirul, fruta de carambola o liche; minilla hecha a leña, la carne de Chinameca de Sayula.
Mole oaxaqueño, hot cakes hechos al carbón.
Condimentos para la cocina, ajo, cebolla, chiles secos, el chicharrón calientito, la moronga, la víbora de Cascabel.
Venado, tepezcuinte o armadillo ya no se ofertan en los pasillos de este centro de abasto.
El consumidor puede pedir desde un listón de cualquier color, ropa económica o mexicana y hasta zapatos. En las tiendas también se surte alimento para perros, gatos, loros y las aves cantoras.
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MERMA POR SUPERMERCADOS Y AMBULANTES
José Antonio Urbina, de la Coalición de Mercados, dice que los “súper” y los ambulantes han mermado sus ingresos, pero tienen algo a favor que son los campesinos que bajan de la Sierra de Soteapan, Mecayapan, Pajapan, Jicacal y Barrillas, ellos son los que con sus productos del campo y del mar – desde un papelillo, una mojarra, camarones, robalo y en su temporada el cangrejo azul- son el imán del Mercado Morelos.
Asegura que el Ayuntamiento recibe buenos ingresos del mercado ya que cada uno de los 350 locatarios paga 45 pesos mensuales y los campesinos 20 semanales, como derecho de piso y que las ganancias del servicio sanitario están siendo canalizadas, para mejoras del mercado como son la introducción de nueva luminaria y tomas de agua potable, la impermeabilización del techo así como el control de apagadores.
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