Libertad Chávez-Rodríguez, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Occidente, dijo que durante la pandemia existe un incremento de trabajo no remunerado para las mujeres y niñas quienes en su mayoría asumen el exceso de actividades y tareas; se estima que una mujer le dedica 76.7 horas a la semana mientras que el hombre solo 23.
Reveló que la experiencia de estos meses de pandemia por el COVID-19 y confinamiento ha hecho visible y palpable en las vidas cotidianas y los propios cuerpos el rol preponderante de los trabajos de cuidado, que son regularmente no remunerados en la situación de excepción, anormalidad, carencia y desorden que implica un fenómeno como el coronavirus a nivel de las unidades domésticas.
Explicó que si bien el confinamiento visibiliza el trabajo no remunerado, no implica necesariamente su redistribución o repartición igualitaria entre hombres y mujeres y eso significa un incremento de trabajo no remunerado para las mujeres y niñas quienes en su mayoría asumen el exceso de actividades y tareas.
“Para esto me gustaría mencionar el número de horas semanales que las mujeres destinan al trabajo no remunerado de cuidados. En 2017, según la cuenta satélite de trabajo no remunerado de los hogares de INEGI, se calculó en 76.7 horas a la semana para las mujeres mientras que los hombres dedicaban únicamente 23 horas a la semana”, añadió.
Por ello señaló que el confinamiento por la pandemia está generando una aceptación de la desigualdad en el uso del tiempo dedicado al trabajo no remunerado con altos costos sociales, no solo en términos de autonomía y acceso a oportunidades para mujeres y niñas, sino también en la calidad de vida y la interrupción de sus proyectos de vida.
“La realización continuada, sin excepción y en paralelo de trabajos como la crianza, la supervisión de clases, tareas y compromisos escolares, además del cuidado de adultos mayores, personas enfermas dentro y fuera de los hogares y generar la reorganización de la vida diaria y el restablecimiento de la cotidianidad se vuelven críticos en términos de salud física, pero también en términos de salud emocional y afectiva llamado trabajo afectivo”, añadió.
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