Luego de una larga carrera política dentro de la izquierda, Ruperto Vázquez Ovando, quien fuera regidor en el trienio de Armando Rotter Maldonado, hoy se encuentra en la esquina de Juárez y Corregidora, vendiendo plátano roatán y mangos, para subsistir y continuar su carrera de Derecho en la UPAV.
Vázquez Ovando relata que, en el 2006, después de la derrota del actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, fue comisionado del Partido de la Revolución Democrática, para en asuntos electorales en Huimanguillo, Tabasco.
En plena elección a gobernador en ese estado, contó que fue secuestrado junto con un profesor que era su compañero de lucha, donde los golpearon y los mantuvieron encerrados en un rancho; fue gracias al diputado Francisco Sánchez que se movió de manera rápida y presionó para que aparecieran vivos, llegando a pensar que ya no la contaba.
Ruperto trabajaba a favor del hijo de Ojeda y luego de esa mala experiencia en la que pudo perder la vida, decidió irse del país y alejarse de la política desilusionado, ya que el Comité Directivo Nacional de su partido no les brindó el apoyo necesario.
En ese tiempo ellos hacían la chamba dura, en campo, visitando a las familias, haciendo trabajo proselitista.
Su amigo, Isidro Peraza ya fallecido, fue quien lo apoyó para que le dieran la visa de trabajo y pudiera irse a Canadá, donde solicitó asilo político, y estuvo desde febrero del 2007 al 2009
“Es un paraíso de refugiados, como en muchos casos hay gente muy aprovechada que lo político lo utilizan para no trabajar”, explicó.
Vázquez Ovando colaboró en los preparativos de los juegos de invierno en Calgary y en una ampliación del metro, empezando de obrero y terminando siendo supervisor se retiró de los apoyos del gobierno y vivió de su trabajo en empresas netamente canadienses.
“Esto lo hago para ganarme la vida, estoy retirado de la política, aun cuando trabaje 4 años con el jefe de gobierno Marcelo Ebrard en CDMX, como representante de asunto en seguridad pública y procuración de justicia, donde me especialice en seguridad ciudadana”, refirió.
A sus 59 años, Ruperto prefiere dedicarse al ambulantaje en vez de volver a la política o a trabajar de rotulista donde es profesional.
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