Ante la proximidad del día del niño, por las calles de la ciudad se proyecta la miseria infantil; en diversos momentos se ha podido ver cómo algunas criaturas se encuentran al lado de sus madres que venden alguna cosa en la calle, mientras que otros, también de muy corta edad, tienen que cargar con su miseria buscando el sustento diario.
Los ciudadanos parecen haberse acostumbrado al panorama que para personas más sensibles es una situación muy triste, como ver a un niño con una cajita de madera sujetada a su espalda conteniendo algunos caramelos para su venta.
Es verdaderamente lastimosa la miseria infantil, concuerdan algunos ciudadanos que desde la banqueta ven pasar a un ser indefenso ante la vida, caminando por las calles, asomándose por los cristales de los establecimientos para ver hacia el interior la posibilidad de alguna venta, pero no … no hay expectativas de venta para el chiquillo.
Bajo el intenso sol y por momentos en el filo de alguna sombra, camina un pequeño que no rebasa los diez años de edad, lleva cubre-boca para protegerse de un posible contagio por coronavirus. En su espalda cuelga una pequeña caja de madera conteniendo dulces. Es un pequeño vendedor realmente ambulante que proyecta … mucha miseria.
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