Una desigualdad es la que existe en la venta de comida, pues mientras los restauranteros están obligados a cumplir sus obligaciones y laborales e invertir en los insumos para esta pandemia, hay personas que venden alimentos desde sus casas, no gastan en empaques reciclables y nadie vigila si los productos están correctamente preparados, señaló David Castañeda Roldán, socio de la Canirac.
Mencionó a consecuencia del desempleo que ha provocado la pandemia del SARS-CoV-2 y los bajos salarios, muchas personas están buscando alguna forma de allegarse de ingresos y la venta de alimentos es en lo primero que se piensa.
Sin embargo, indicó, esto provoca una competencia desleal que les afecta a los establecidos, pues el empresario paga impuestos, salarios del personal, prestaciones de ley, como es el seguro social e Infonavit, vacaciones, cubre su renta y pagos de luz y demás servicios.
Por el contrario, expuso, quienes de repente deciden vender tortas y en saladas o jugos lo hacen desde sus casas y ponen sus cosas para que la gente los lleve, pero no hay más gastos que la inversión que hacen para sus productos, pues tampoco hay que comprar sanitizantes, gel y demás que les piden a los restauranteros ni envases ecológicos para cuando el cliente se va a llevar algo.
“Quienes hacen esto pueden ofrecer un alimento más barato porque se ahorran todo lo que involucra un negocio establecido”, mencionó.
Castañeda Roldán señaló que todo esto se suma a que la industria restaurantera viva momentos difíciles en donde hacen todo lo posible por mantenerse a flote y no ajustar personal.
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