Una economía que apenas inicia su recuperación, 500 hectáreas para el aterrizaje de inversiones, 14 viviendas que integraron lo que fue la colonia Los Doctores, un edificio en donde funcionó la Despensa, una clínica hoy convertida en escuela para trabajadores y los bonitos recuerdos de una época de bonanza de casi 50 años, es parte de lo que queda en Jáltipan de la desaparecida Azufrera Panamericana, mejor conocida por las siglas de APSA.
La empresa que en sus inicios tuvo el nombre de Gulf Sulphure, inició operaciones en la década de los 40’s, generando a partir de ahí una época de bonanza. Empezaba así el boom azufrero.
De 20 mil habitantes que para ese entonces había en el municipio, la Azufrera contrató inicialmente a 500 trabajadores, entre campesinos, sastres, telegrafistas, zapateros y demás que aprendieron de los trabajadores que venían de afuera, el oficio de tractorista, mecánico, electricista, carpintero y demás. La plantilla conforme pasó el tiempo también fue aumentando, llegando hasta 3 mil obreros que percibían onerosos salarios semanales y buenas prestaciones laborales como aguinaldos, utilidades, vales de despensa, bonos de productividad y asistencia, además de fondos de ahorro, por citar algunas.
La Azufrera se convirtió en factor de desarrollo del municipio, pues todas las actividades dependían de esta. Empezó así a correr dinero entre los diferentes sectores por la derrama económica que hacían los obreros. Municipios aledaños como Texistepec, Chinameca, Oteapan también vivieron este crecimiento en su economía, pues muchos trabajadores eran de esos lugares.
Los beneficios laborales y para el pueblo no eran para menos. La empresa había logrado una producción de 2 millones de toneladas anuales de azufre, que eran transportadas en líquido o a granel hacia Coatzacoalcos y de ahí al extranjero.
Sin embargo, en 1991, tras un auge de 50 años se rumoró sobre el cierre de la empresa. Ese mismo año se confirmó la versión con la liquidación de la mayoría de los trabajadores y en 1992, concluyó este proceso con el resto de los obreros.
José Manuel Lara García, secretario de trabajo y conflictos y secretario general del Sindicato de Trabajadores del Azufrero y Similares (STAS), señaló que el cierre de la azufrera se llevó a cabo durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari y los inversionistas argumentaron que era más rentable para ellos traer el azufre de Canadá, en donde estaba en la superficie, mientras que aquí en Jáltipan se tenía que extraer, lo que representaba mayores costos de producción.
“Fue Carlos Salinas de Gortari quien enterró a la Azufrera en Jáltipan, a pesar de que nosotros los azufreros le pagamos su campaña, a través de la brigada pro voto” dijo José Manuel Lara.
A 30 años de la desaparición de la Azufrera Panamericana, para el pueblo de Jáltipan quedaron las cerca de 500 hectáreas que conformaban las áreas de producción, incluida aquí una represa que en aquel tiempo no sólo abastecía a la compañía sino que también surtía del hidratante a la población.
Dicha superficie integra lo que hoy es Mexichem y Unimisur, además de una extensa área que quedó bajo responsabilidad del Gobierno del Estado, que fue saneada totalmente y que hoy se encuentra ocupada por personas, con el argumento de destinarlas para la producción agrícola.
Gonzalo Martínez Rodríguez, quien durante 22 años trabajó como obrero en la Azufrera, señaló que precisamente esos terrenos fueron saneados para poner empresas rentables en beneficio de Jáltipan, pues estamos a media hora del puerto de Coatzacoalcos, se cuenta con agua, luz y cerca, una vía férrea.
También la Azufrera dejó el edificio que se conocía como la Despensa, ubicada en la calle prolongación de Morelos de la colonia Deportiva y a donde cada 15 días los trabajadores acudían para surtir los vales, a cambio de un sinfín de productos de la canasta básica y hasta útiles escolares, carnes de diferentes tipos y a precios congelados. El edificio hoy es ocupado por las oficinas de la Sedesol estatal.
José Manuel Lara García dijo que con la Azufrera también quedan bonitos recuerdos, como esa despensa que daban a los trabajadores, casi regalada, pues los precios se mantuvieron por años e incluía desde azúcar, huevo, panes, carnes frías, arroz, frijol, libretas, lápices, cuadernos, productos enlatados y muchísimas cosas más que permitía vivir a la familia, por lo que el trabajador si quería podía ir ahorrando lo que cobraba.
Asimismo quedó para Jáltipan la Clínica de la Azufrera, que en aquellos tiempos daba atención médica general y especializada no sólo a los trabajadores y personal de confianza de la Azufrera sino también a la ciudadanía en general que así lo requiriera. Actualmente alberga la Escuela Secundaria para Trabajadores.
También APSA dejó 14 casas que han integrado la colonia Los Doctores y que dio alojamiento al personal médico que laboró en la Clínica de la Azufrera.
Otro edificio es la Escuela Panamericana Artículo 123, fundada para la población en general, para la instrucción primaria. Hoy en día estas instalaciones albergan también a un jardín de niños.
La escuela secundaria Adolfo López Mateos también fue construida en coordinación con el Sindicato Azufrero, para que los alumnos recibieran una instrucción técnica y así al egresar, pudieran desempeñarse en alguna empresa. Los ingenieros Berzunza, Angli, Verón, eran algunos de los catedráticos que durante años formaron buenos alumnos en ese plantel.
También con el auge azufrero, el sindicato de trabajadores construyó la Unidad Deportiva del STAS, para que la población en general tuviera sana diversión y entretenimiento. Esta unidad sirvió de escenario del equipo creado por el mismo sindicato y la empresa, Los Elefantes Grises y a través de la Liga Invernal de Beisbol, llegaban a Jáltipan buenos peloteros y servía de semilleros para Veracruz.
Actualmente, además de la infraestructura deportiva, funciona ahí la Casa de Cultura, la Oficina del Bienestar y el Centro de Atención Múltiple (CAM), de atención a personas con capacidades diferentes.
La población de Jáltipan hoy en día inicia su recuperación económica, de forma gradual y lenta, con actividades alternas y regresando a la actividad agrícola, las mismas que basaban la economía en la década de los 40, cuando se dio el nacimiento de la empresa. Pero ahora, con la esperanza de que el municipio sea incluido en el proyecto del Corredor Interoceánico, para la instalación de empresas que de nueva cuenta impulsen el desarrollo de los diferentes sectores. Que generan una segunda época de bonanza para Jáltipan.
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