Una familia de 12 integrantes, hermanos, cuñadas, suegros… Viven de la molienda de caña de azúcar en su trapiche tradicional, heredado de sus antecesores.
“Somos pequeños productores que ofrecemos calidad a todos nuestros clientes y consumidores; los derivados de la caña producimos panela de máxima calidad”.
Hace más de 30 años que estas familias retomaron el oficio de la molienda tradicional de la caña, luego que el oficio fue en decadencia por la migración de los lugareños.
Actualmente aquí en la comunidad, donde se producen la panela y el panelón de caña siempre hay trabajo y de esto sostengo a mi familia”, dice Doña Mary, mientras corta la caña para acércala al trapiche.
No todo es como la miel de la caña; reconocen que el precio del panelón es bajo, para todo el trabajo que implica. Sin embargo, su horario de labores no se reduce, son muchas horas invertidas.
“El Don” está de malas, las riendas de los caballos se salen un y otra vez.
¡Grita un hombre que me ayude!
Su esposa María, que amablemente nos había atendido y explicado nos pide dejar el sitio.
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