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Cuando todo abundaba…Los Playeros, historia de vida en Coatzacoalcos

Más de 300 familias de origen humilde se establecieron desde Allende hasta Matamoros, construyendo más de tres décadas de recuerdos
Coatzacoalcos | 2022-06-10 | Carlos Heredia
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Aun recuerdo mi antigua dirección, Jhon Spark 418, entre Allende y Guerrero, para ser más exacto frente al hoy abandonado Hotel Varadero; vivía en la primera calle de  la ciudad, aunque no estaba pavimentada, ni existía el malecón, solo nos conocían como ‘Los Playeros’.

Corría los años 70’s-80’s, el hoy Santuario Guadalupano era solamente una pequeña capillita con techo de palma, el único edificio grande era el Hotel Alex, el cual estaba sobre la avenida Jhon Spark y Allende, en la playa, donde había un sin fin de enramadas desde Las Escolleras, hasta la avenida Ignacio Allende, donde los fines de semana llegaban muchos turistas y familias de la localidad, donde hoy se encuentra el Hemiciclo a los Niños héroes y la Casa de la Cultura, pero en esos años albergaba “La casa de visita de PEMEX”, lugar donde se reunían altos funcionarios de esa dependencia, quienes llegaban en helicópteros.

Muchos niños que vivían a la orilla del mar salían corriendo de sus humildes casas hasta la explanada de ese terreno para ver aterrizar las aeronaves, que era algo impactante ver esos aterrizajes.

Recuerdo que éramos muchos viendo a través de la barda todo el movimiento, esos eran los ‘niños playeros’.

EL MAR DABA VIDA Y ALIMENTO

Como olvidar las palabras de la abuela cuando decía: “ya el que se muera de hambre es porque en verdad es flojo”, el mar te proveía de enormes cantidades de peces y mariscos, solo tenías que tirar tu atarraya al mar para capturar un buen número de pescados, usar un anzuelo,  hacer un “jaibero” y echarlo al mar con carnada de tripa de pollo, para que en cuestión de minutos cayeran entre 4 o 5 jaibas enormes.

Ir a bucear alrededor de Las Escolleras donde permanecen los restos del barco ‘Callao’, era otra manera de capturar peces y para la pesca más grande, los ‘Playeros’ esperaban el arribo de los pescadores de la ribera del río Coatzacoalcos, que la gente identificaba como ‘los amarillos’, ‘los blancos’ y ‘los azules’, por las franjas que tenían en sus embarcaciones.

Después de tirar sus redes, hombres, mujeres y niños se disponían a jalar el “cabo” o “el plomo”, así le llamaban a las cuerdas que llevan a los lados las redes, casi media hora después la pesca era increíble, las redes venían llenas de gran variedad de pescados, ronco amarillo, chucumite, papelillos, gallegos, sierras, hasta róbalos de gran tamaño, así como muchas jaibas que se habían “amallado”. Ese día de buena pesca había para salir a vender, salar para los tiempos de norte y la comida del día, inclusive hubo días que hasta tuvieron que enterrar los peces, pues era tanta la cantidad que ya no entraban en las lanchas y “los playeros” ya no tenían donde guardar.

TODO QUEDABA CERCA

Los playeros tenían todo cerca, escuela, parque, cines y mercados, contaban con servicio urbano, donde se cubrían cuatro rutas: Playa Norte, Playa Palma Sola, Puertos Libres e Hidalgo TV Playa.

En temporada de nortes, se sufría de muchas maneras, el viento azotaba a casi 100 kilómetros por hora.

Los vientos del norte que duraban más de una semana, en ocasiones provocaban que algunas viviendas perdieran sus techos de láminas, se dañaran los transformadores, lo que los dejaba a oscuras. En la zona de playa más de 300 familias levantaron sus viviendas.

Por las noches, al estar sin luz, nos alumbrábamos con velas o quinqué; el viento seguía durante muchos días y noches, la cena, café, galletitas de animalitos y arena que caía de muchas partes, así era nuestra vida.

Pasado el temporal, hombres y mujeres se daban a la tarea de reparar lo que se podía, recuerdo las enormes lomas de tierra que se formaban en medio de los patios, los jóvenes bajaban a la orilla de la playa en busca de monedas, pues con el viento, erosionaba el suelo y se podían encontrar lo que podría haber perdido o caído a algún turista.

¿QUIÉNES FUERON LOS PLAYEROS?

Los llamados ‘Playeros’ fueron personas humildes que llegaron a la ciudad allá por los años 50 y se establecieron a lo largo de la orilla del mar desde la avenida Allende, hasta la avenida Mariano Matamoros, aproximadamente 300 familias que vivían en casas de lámina, de cartón, de zinc y asbesto; se surtían de agua gracias a los pozos artesianos que construyeron la mayoría, pues aun no había servicios públicos para ese sector, pocos contaban con energía eléctrica, en su mayoría se dedicaban a la pesca, otros eran obreros.

Hoy, las nuevas generaciones no conocen que justo donde inician las Escolleras, estaba uno de los más famosos  restaurantes de la época, el restaurant “Neguri” el cual estaba cimentado sobre pilotes, con una maravillosa vista al mar. También sobre la avenida Jhon Spark entre Carranza y 16 de Septiembre existió el Centro Cívico Coatzacoalcos, una arena de box y lucha.

TODO ACABÓ AL INICIAR LOS 90 ‘ S

Fue durante los años 1987-1988, con el gobierno municipal de Don Pompeyo Figueroa Mortera, que la vida de los ‘Playeros’ cambiaría. El anuncio de la construcción de la primera etapa del malecón costero implicaba la reubicación de las más de 300 familias, que en algunos casos llevaban más de 60 años viviendo a la orilla de la playa.

Muchas familias aceptaron su reubicación, otras prefirieron llegar a un acuerdo monetario, otros más llegaron a oponerse al cambio, hasta que las autoridades optaron por lanzar amenazas de que si no se salían en el tiempo que habían dicho, sus humildes viviendas serían destruidas con maquinaria pesada.

Finalmente llegaron a un acuerdo y empezó el éxodo, algunos ‘Playeros’ fueron reubicados en la colonia Hernández Ochoa, donde el gobierno les construyó pies de casa de lámina de cartón, sin ningún servicio público; otros más fundaron la hoy llamada colonia ‘Los Playeros’ atrás de la colonia Santa Isabel, mientras que muchas familias que habían recibido su pago, se fueron a habitar a diferentes colonias de la ciudad y otros más decidieron abandonar Coatzacoalcos.

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