Los restos de Gladys Merlín y su hija Carla Enríquez Merlín, fueron despedidos con una misa de cuerpo presente en la sala de velaciones Cristo Rey ubicada en Minatitlán, luego pasaron por su gasolinera en El Naranjito, su casa ubicada en la calle Correos y por finalmente pasaron al domicilio de sus padres, don Heliodoro Merlín Alor y Elvia Castro, quienes los vieron pasar con lágrimas en los ojos.
Los feretros custodiados por un fuerte operativo de seguridad, fueron trasladadas de la funeraria Cristo Rey a la residencia de Gladys - donde se cometió el crimen- para que pudieran despedirse de ellas, empleados y amigos.
Fue cerca de las 12:30 horas, cuando una multitud de hombres y mujeres de diferentes edades, que al parecer estaban al tanto del paso de las carrosas que contenían los restos de la doctora Gladys y su hija Carla pasaría a su domicilio paterno, se arremolinaron frente a la casa darle el último adiós.
En el momento que arribaron los féretros, se escucharon voces fuertes “¡Gladys!, ¡Carla! Las queremos, las vamos a extrañar”. Tras la reja que hace la barda de la vivienda, don Heliodoro Merlín sentado en una silla de ruedas y su esposa Elvia Castro de pie y agarrada de los barrotes, con lágrimas en los ojos que no pudieron contener, solo miraron las carrozas.
Posteriormente, don Heliodoro, como todo mundo sabe, un hombre entrado en edad de más de 85 años, sin palabras, alzo la mano y a la vieja usanza, hizo la señal de la cruz y despidió a su hija Gladys, su “guerrera que el mismo moldeo e hizo en la política”, a su nieta Carla, “su orgullo”, porque seguía los pasos de su mamá.
Por último, “ambas mujeres, que seguramente serán recordadas por muchos años en la historia de Cosoleacaque, fueron llevadas al panteón municipal, su última morada.
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