Una estructura monumental, de hierro forjado y con más de 800 mil tornillos, se alza en pleno centro de Orizaba, Veracruz. Muchos, al observarla, piensan de inmediato en cierta escultura de París.
Y es que no es para menos: su estilo industrial, tan cercano al de la famosa Torre Eiffel, ha alimentado durante décadas el rumor de que ambas construcciones comparten al mismo creador. ¿Mito o realidad?
No. Aunque se ha dicho, con insistencia, que el Palacio de Hierro fue diseñado por el mismo Gustave Eiffel —ingeniero de la icónica torre parisina—, los archivos históricos cuentan otra versión.
Según historiadores, el edificio fue fabricado por la compañía Verhaegen et Jaguer, una firma belga experta en estructuras desmontables. De hecho, la relación con Eiffel es meramente estética, no contractual.
Se trató de un proyecto pensado, desde el inicio, como un palacio portátil: fue traído por piezas desde Europa, transportado en tres embarcaciones y ensamblado por trabajadores mexicanos. Un total de 600 toneladas de hierro, distribuidas entre columnas, vigas y paneles que encajaron como un rompecabezas.
Corría 1889. En Orizaba, el entonces alcalde Julio M. Vélez decidió reemplazar el antiguo palacio municipal por una construcción moderna, resistente y —sobre todo— distinta a todo lo que había en el país.
Fue así que comenzó la negociación con la firma belga, a través de su representante en México, don Ángel Vivanco. El costo fue alto: 72 mil pesos plata, una suma millonaria para la época, equivalente a 245 mil francos belgas.
¿Y cómo se pagó? Aquí entra lo insólito: el municipio tuvo que hipotecar el Teatro Ignacio de la Llave para financiar el traslado del palacio desde el puerto de Veracruz hasta su actual ubicación.
Además, don Manuel Carrillo Tablas, un poderoso empresario local, prestó otros 60 mil pesos a 20 años, con intereses del 6.5% anuales. Era tanta la urgencia por contar con un nuevo edificio, que incluso el gobierno del estado aportó recursos.
El montaje empezó en 1892. Parecía simple: piezas etiquetadas, planos exactos. Pero al excavar el terreno, los obreros se toparon con agua. El suelo era inestable, lo que obligó a modificar los cimientos.
El encargado de la obra fue Arturo B. Coca, un ingeniero mexicano que dirigió los trabajos con precisión quirúrgica. Dos años después, el 15 de septiembre de 1894, el Palacio fue inaugurado.
Durante casi un siglo, fue sede del Ayuntamiento. Después, en 1991, cambió de función y entró en una etapa de restauración que duró ocho años. Hoy, alberga museos, oficinas de turismo y un mirador panorámico.
Técnicamente, no. Eiffel nunca estuvo involucrado en el proyecto. Pero el estilo arquitectónico, el uso de hierro, la estética modular y la época en que fue construido hacen que el parecido no sea simple coincidencia. Se trata, sin duda, de un primo lejano en términos de ingeniería y diseño, pero con personalidad veracruzana.
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