La adrenalina por un juego inesperado se mantenía a tope, cuando, desde el centro de la cancha emergió Kendrick Lamar para llenar de música la edición número 59 del Super Bowl.
El reciente ganador de cinco premios Grammy arrancó el espectáculo de medio tiempo arriba de un espectacular coche negro, del que varios bailarines, vestido con los colores de la bandera estadounidense, salieron para iniciar con la presentación.
Con una chamarra de cuero, una playera negra, tenis y gorra, el rapero hizo vibrar al Caesars Superdome de Nueva Orleans, pero lo que llamó la tención fue la participación, sorpresiva, del actor Samuel L. Jackson.
Canciones como "Money Trees", "Alright", "Backseat Freestyle", "Swimming Pools" y "Bitch, Don´t Kill My Vibe" pusieron a cantar a un estadio abarrotado; sin embargo, el público enloqueció cuando en el escenario salió SZA con quien interpretó "All the Stars".
"De eso es lo que estaba hablando", dijo Jackson para dar paso al último bloque de canciones, que incluyó, como era de esperarse "Not like us", canción por la que ganó el Grammy a grabación del año.
El encargado de cantar el himno de EU fue Jon Batiste, cantante de Luisiana.
La adaptación que hizo de la letra del himno nacional podría ser una clara referencia a Donald Trump.
El Presidente de Estados Unidos ha acudido a la cita, conviertiéndose así en el primer presidente en el cargo que va a una Super Bowl.
Jon Batiste repitió tres veces una de las partes más célebres del himno: "The land of the free". La tierra de la libertad. Jamás se había interpretado de esa manera.
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