Seis cachorros, de la subespecie lobo mexicano (Canis lupus baileyi), nacieron en el Zoológico de Chapultepec, ubicado en la Ciudad de México. Esto lo informó la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) del Gobierno de la Ciudad de México. Esta subespecie está clasificada como extinta en vida silvestre en México.
Sin embargo a pesar de esta buena noticia, los zoológicos no son hogares para los animales, incluso bajo las mejores condiciones es imposible duplicar o acercarse a crear algo similar al verdadero hábitat pues a los animales se les impide realizar la mayoría de los comportamientos que para ellos son innatos y vitales como correr, volar, escalar o acompañarse de otros compañeros de especie.
Recordemos que en el zoológico de Chapultepec hace poco más de cuatro años en un periodo corto murieron tres primates de gran importancia cuya causa no estuvo del todo clara, en el zoológico de Veracruz también murieron grandes felinos hace algunos años y se les observaba en desnutrición y descuido total al resto de los animales, de ahí que el 3 de junio de 2015 se presentara en el Congreso de nuestro estado una iniciativa para convertir los zoológicos en Santuarios, misma que fue aprobada y publicada el 29 de abril de 2016 en la Gaceta Oficial y por lo tanto es ley, aunque sin cumplirse pues no se le ha asignado presupuesto para lograr dicha conversión, pero ley al final de cuentas y la primera de este tipo (conservacionista) en toda Latinoamérica.
Una de las más importantes misiones de los Santuarios, es educar al público desde la empatía, en especial a los niños quienes pueden observar, convivir y estudiar de cerca, a las diversas especies de animales en sus propios hábitats a través de programas pedagógicos, en vez de una visita al zoológico donde se observa a los animales, en un estado de encierro, estrés y explotación, con comportamientos contrarios a su naturaleza al no estar en su hábitat.
La tendencia en varias naciones del mundo es que en un futuro inmediato el término zoológico será suprimido por el de Santuarios, por las ventajas que representa tanto para el bienestar de la población como para el de los animales. Así, Argentina, España, Canadá, Estados Unidos, Filipinas, India, Irlanda, Malasia, Pakistán, Reino Unido, Senegal y Tailandia, cuentan ya con Santuarios, dentro de sus políticas se requiere que los visitantes sean monitoreados todo el tiempo por el personal o voluntarios del lugar y que los animales tengan su espacio privado, es decir, que no se requiera que estén en exhibición ya que a algunos animales les gusta observar a los visitantes y a otros no, lo que puede causarles estrés y perjudicar su salud.
Lo anterior contrasta con la función de los zoológicos, se dice que éstos son cárceles para animales, ya que son capturados para someterlos a exposición pública. Cuando hay nacimiento de especies, los cachorros atraen multitudes a los zoológicos y entran a programas de crianza en cautiverio como sucede con los lobos del zoológico de Chapultepec. Pero, poco a poco se sobrepobla de ejemplares adultos “menos agradables”, quienes inevitablemente son cambiados a otros zoológicos o vendidos al mercado negro y a particulares.
En algunos zoológicos no existe personal calificado para cuidar a los animales, muestra de ello es el zoológico de Toledo donde una osa parda murió de inanición por culpa de los funcionarios de ese lugar quienes la encerraron sin alimento ni agua para hibernar, desconociendo que su especie no hiberna. Los Santuarios contemplen la reproducción, únicamente, apegada a programas estrictos de reinserción de las crías, en hábitats naturales viables, con el único fin de la conservación de las especies.
Un estudio comparativo de la Universidad de Oxford, basado en cuatro décadas de observación de animales en cautiverio y en la naturaleza, descubrió que animales como los osos polares, leones, tigres y guepardos muestran claros signos de estrés y/o disfunción psicológica en cautiverio y concluyó que el cuidado natural de los carnívoros debería ser ampliamente mejorado y de no ser así deberían ser retirados de ahí.
Otro estudio realizado en 4.500 elefantes, tanto en el medio silvestre como en cautiverio descubrió que la vida media de un elefante africano en un zoológico es de 9 a 16 años, mientras que los elefantes africanos en una reserva natural, muertos por causas naturales llegan a vivir una media de 56 años. Los investigadores concluyeron que los parques zoológicos deterioran profundamente la calidad de vida de los animales.
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