La apuesta de Xóchitl es muy transparente. La estrategia es hacer que se nos olvide que ella es la representante de PRI-PAN y con ello lograr que la gente vuelva a votar por esos partidos. La táctica es desarrollar una campaña de símbolos, sentimientos e identidades, donde el PRI y el PAN casi ni figuren. Y donde Xóchitl critique duramente a ambos partidos, pero al final, nos pida votar por ellos.
El plan ha sido vendido a la opinión pública y al empresariado como infalible. Y ha sido engullido por comentaristas e intelectuales con extraordinaria rapidez y satisfacción.
El problema de la estrategia es sencillo: fuera de las cuentas alegres de la oposición y de la ingenuidad de algunos comentaristas, no hay un solo dato que indique que apostar a la desmemoria del elector es una estrategia ganadora.
El electorado no tiene memoria tan corta. El día de la elección, en la boleta, estará Xóchitl como representante del PRI. Un partido rechazado por casi 70% de la población y que es percibido como 7 veces más corrupto que Morena [I]. Quiéralo o no, Xóchitl estará colectando votos para el PRI de las malversaciones millonarias, los malos gobernantes, los fraudes sistémicos y el viejo poder.
El votante llegará a la boleta para encontrar a una Xóchitl que representará al PAN. El partido de la democratización que perdió rumbo y que no resolvió aspectos elementales de calidad de vida. El PAN del presidente Fox que se alió con las élites económicas para consolidar una economía de oligopolios. Y el de Calderón, cuya fallida estrategia de seguridad duplicó la tasa de homicidios en tan solo dos años.
La apuesta de Xóchitl es fantasiosa. Es tener una parvada de buitres a su lado, pero que nadie se dé cuenta. O que, si llegan a darse cuenta, simplemente decidan mirar a otro lado. La táctica es crear pretextos para votar por lo que la mayoría de las personas conciben como indefendible.
Por todo lo anterior, no sorprende que la táctica de Xóchitl sea el deleite de un perfil de votante muy específico: aquel que cree que no hay peor buitre que Morena y que conciben a López Obrador como una extraordinaria amenaza. Aquellos que estiman que el país se ha descompuesto sobremanera y que consideran que estábamos mejor antes.
El problema es que muy pocos mexicanos creen eso. Por el contrario, la mayoría considera que el gobierno de López Obrador ha mejorado el ingreso de las familias, reducido la pobreza y generado bienestar en el país [II]. Morena es percibido como el partido menos corrupto de México, un movimiento de cambio, de ayuda a los más pobres, bienestar y esperanza. Si López Obrador no ha logrado más, piensa la gente, es porque el presidente no ha tenido suficiente tiempo.
Así, fuera del espejismo de los medios, el entusiasmo por Xóchitl es bastante acotado. Y su potencial de crecimiento también. Sobre todo porque, conforme avance la campaña, Xóchitl irá consolidándose como la opositora por excelencia de López Obrador y lo que él representa. Una posición de la que hay poco que ganar, pero que le fascinará a sus colaboradores cercanos.
Hay algo en lo que la parvada de buitres del PRI-PAN y Xóchitl se parecen. Ambos piensan que se pueden ver la cara. Xóchitl cree que puede usar la plataforma de PRI-PAN y luego darles la espalda. Gobernar sin ellos. El PRI-PAN cree que pueden usar a Xóchitl y luego tomar decisiones sin ella. La realidad es que tendrán que trabajar juntos y eso será evidente para el votante. Un votante que, a pesar de lo que piensan los estrategas de la Alianza, no tiene memoria corta.
Fuente: Milenio
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