Es importante recordar que la vida la recibimos de Dios y, por lo tanto, tiene un propósito mismo que vamos descubriendo a través de los años. Entenderlo y aceptarlo traerá grandes satisfacciones a nuestra existencia.
Dios también nos ha dotado de una inteligencia que nos ayuda a discernir entre lo que es bueno y lo que es malo, pero también a descubrir que somos capaces de superar todos los obstáculos que pudieran impedir alcanzar nuestras metas. Nadie puede negar estás realidades, todas ellas son parte de ese propósito divino.
Que triste sería si no hubiera un propósito para nosotros. Seríamos como barcos a la deriva sin un rumbo fijo. Cuando lo entendemos, hacemos buen uso de las habilidades y dones con los que, como individuos, hemos sido bendecidos. Cualquier cosa que hagamos, si lo hacemos con amor y conscientes de que lo hacemos por el bien común nos sentiremos realizados.
Por eso es importante que siempre recordemos que no somos obra de la casualidad. Hemos venido a este mundo para dejar huella y abrir camino para quienes vienen detrás de nosotros. El poeta Antonio Machado lo expresó de una manera hermosa: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Hay personas que pasan por la vida sin pena ni gloria. Viven su vida sin entender para qué están aquí. No le dan sentido a su vida y terminan con mucha frustración y desesperanza.
No podemos negar que en la vida ciertamente hay momentos donde se va cuesta arriba y otros en los que vamos hacia abajo. Sin embargo, no nos podemos quejar, Dios siempre está a nuestro lado, conoce nuestras debilidades y sabe cuándo podemos caminar y también cuándo nos tiene que llevar en sus brazos para no caer.
No sé puede vivir sin tener metas y sueños, es decir, un propósito. Dios nos ha dado la bendición de poder disfrutar todo lo que hizo para que no careciéramos de nada, solo que muchas veces no hemos entendido que nosotros tenemos que hacer la parte que nos corresponde. Venimos a este mundo equipados con dones, talentos y capacidades, pero tal vez no hemos echado mano de ellos y usamos cualquier excusa para vivir lamentándonos y no hacer nada.
Que bueno sería que toda la humanidad encontrara y descubriera esos talentos que nos fueron dados. Pero hay quienes se conforman con llevar una vida fácil, que no les implique ningún trabajo o que no tengan que esforzarse. Como dice un adagio popular, "lo quieren todo peladito y en la boca".
Es gratificante ver a personas que trabajan y se esfuerzan para alcanzar todas las metas y propósitos que se hicieron en la vida. Lo vemos con los corredores que quieren alcanzar su meta. Les cuesta muchas privaciones y disciplina, pero cuando la alcanzan, se sienten satisfechos, sobre todo cuando reciben el premio a sus esfuerzos. ¡Así es la vida!
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