Una calamidad tras otra

Acaba de anunciar el presidente que pasaremos de la austeridad republicana a la pobreza franciscana. Eso significa ni más ni menos que ya se le acabó el dinero al gobierno y todavía faltan 2 años y meses para que termine esta administración.

Este es el resultado de que hayan llegado al poder quienes jamás administraron nada y creían erróneamente que el erario público era una fuente inagotable de recursos. Que podía ser usado el dinero de todos los mexicanos en satisfacer vanidades, caprichos y ocurrencias.

Quienes conocemos un poco de historia y algo entendemos de economía sabíamos que esto sucedería tarde o temprano.

Además, la falta de planeación, la improvisación y sobre todo la ejecución de proyectos faraónicos, sin una base técnica y financiera que mostraran su viabilidad, terminaron por desfondar la economía del país, porque los presupuestos originalmente considerados se dispararon al infinito.

Contribuyeron a llevarnos también al desastre los cientos de miles de millones de pesos asignados a programas clientelares que sin reglas de operación claras se manejan con total opacidad y solo sirven para comprar lealtades temporales y desde luego votos, porque la pobreza no ha bajado, sino aumentado.

Lo peor de todo es que el recibir dinero a cambio de nada solo fomenta la dependencia y no libera a las personas, sino que las sujeta al arbitrio de quienes reparten las dádivas. Ninguna nación ha avanzado por esa vía que solo fomenta la flojera y el conformismo. Hay familias que juntan varios apoyos y sumando todo lo que reciben la van pasando, perdiendo el interés por trabajar y superarse.

En lugar de utilizar el dinero para atender lo prioritario como la falta de agua en el norte del país, el mantenimiento a hospitales, escuelas y carreteras, el combate a la inseguridad y el abasto oportuno de medicinas, se derrochó el recurso en obras cuya utilidad se pone en tela de duda.

También saludando con sombrero ajeno el presidente regaló decenas de millones de dólares a Centroamérica.

¿Cuántos ciudadanos pidieron un tren Maya, una refinería o un aeropuerto con problemas de acceso?.

Si eran tan buen negocio, porque no permitieron que los particulares hicieran las obras, como sucede en otros países, en lugar de haber enterrado ahí carretadas de dinero público.

Bien sabemos que cuando el gobierno de cualquier país se pone a hacer lo que no le corresponde, los resultados son desastrosos porque inmediatamente aparecen la ineficiencia, la corrupción, la opacidad y los muy sospechosos sobrecostos que con el tiempo se sabrá si fueron producto de la incompetencia o el resultado de que algunos políticos le hayan metido la mano al cajón.

Tiempos difíciles nos esperan, sobre todo ahora en que la economía global está entrando en una recesión, la inflación va al alza y el gobierno mexicano insiste en pelearse con nuestro principal cliente y vecino, quien nos por cierto nos compra el 82% de nuestras exportaciones.

Si por violar México los acuerdos firmados en el T-MEC nos cierran la frontera, nos imponen aranceles y nos dejan de vender combustibles, en cuestión de días se colapsa el país.

Ojalá las autoridades reconozcan sus yerros, enmienden sus errores y recompongan lo que haga falta antes de que termine el sexenio.

Ojalá y los otros dos poderes, Legislativo y Judicial, estén a la altura de lo que México requiere para que actuando con sensatez mantengan los equilibrios, sirvan de contrapeso al Poder Ejecutivo y antepongan el supremo interés del país a su ideología e intereses partidistas.

¿No les parece a Ustedes?.

Muchas gracias y buen fin de semana.