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Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna:

Un paso hacia adelante y dos pasos para atrás

2023-05-27 | 07:14 a.m.
Un paso hacia adelante y dos pasos para atrás
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México no avanza a la misma velocidad que otras naciones por la sencilla razón de que mientras los países exitosos son conducidos en línea recta por gobernantes prudentes, preparados, respetuosos de la Constitución y de las instituciones que mantienen el equilibrio de poderes, nuestro país camina simplemente en zigzag, dando a veces un paso hacia adelante y dos pasos para atrás.

Lo que en una administración se aprueba, en la siguiente se cambia o suprime. Todo se maneja de acuerdo con la voluntad e ideología de los gobernantes en turno. Actualmente ya hasta quieren cambiar la Constitución. Si consiguen mayoría calificada en el Congreso de la Unión, le inyectarán a la nueva Carta Magna que redactarán, la ideología socialista que pondrá en riesgo todas nuestras libertades.

Bien sabemos que los políticos deben dedicarse a gobernar y a gobernar bien, no a mal hacerle al empresario, simplemente porque no es esa su función, ni cuentan con la preparación apropiada para ser exitosos en dicha tarea.

Ya el gobierno fue dueño de los ferrocarriles nacionales, de las dos principales aerolíneas, de los bancos, de los cines, de la flota pesquera, de tiendas de autoservicio, de Teléfonos de México, de los astilleros, de fábricas de coches, camiones y carros de ferrocarril; entre otras empresas. En todas dio pésimos resultados porque puso a políticos, amigos y parientes a  manejarlas.

Como era imposible sostener empresas que perdían constantemente dinero, el gobierno mexicano tuvo que vender unas y malvender otras. Algunas se las entregó a los empresarios compadres, como atinadamente les llama Macario Schettino.  

Aún con esa decisión tan cuestionada, el gobierno federal se ahorró muchísimo dinero que debía inyectarles constantemente para que no cerraran.

No obstante, esas experiencias tan tristes que nos costaron perder carretadas de recursos, la actual administración federal está retomando políticas públicas añejas que demostraron inviabilidad, ineficiencia, saqueo y corrupción.

Actualmente está tratando de recuperar el control de los ferrocarriles y de los aeropuertos. Pretende adquirir Mexicana de Aviación y hasta quiere comprar BANAMEX, cuando su llamado Banco del Bienestar no funciona y tiene el mayor porcentaje de cartera vencida de todos los bancos del país.

Como podrán ver nos están regresando al pasado. 

Cuando un empresario pierde dinero, porque el administrador que contrató manejó mal su empresa, quien resulta afectado es el empresario. Al administrador le exige cuentas y lo despide o incluso lo encarcela si cometió algún delito.

Cuando una empresa del gobierno pierde dinero, al administrador no le pasa absolutamente nada. Nadie le exige cuentas y los faltantes o desfalcos simplemente se esconden y nos los cobran a nosotros los mexicanos.

Esa es la enorme diferencia entre una empresa pública y una privada.

Por eso me parece absurdo que en lugar de destinar recursos a mejorar la educación, la salud, la seguridad y la infraestructura de México, pretenda nuestro gobierno gastar en rubros donde los empresarios pueden invertir, arriesgar su propio dinero y obtener mucho mejores resultados, generando riqueza, empleos y sobre todo pagando impuestos.

Eso no lo entienden quienes toda su vida han vivido de la grilla. Quienes no tienen ni las más remota idea de lo que es administrar  y creen equivocadamente que cualquier ocurrencia que tengan será exitosa, simplemente porque su poder  es infinito y éste ya los mareó.

Buena parte del desastre en que hemos caído se debe a  que muchos mexicanos no votan y una parte importante de  quienes sí lo hacen, votan por quienes más gorras y playeras les regalan, les dan conciertos “gratuitos” y por quienes les prometen darles dinero regalado sin trabajar, comprometiendo recursos que obviamente no salen del bolsillo de los políticos sino de quienes sí pagamos impuestos.

Muchas personas ignoran que cada peso regalado o malbaratado es un peso menos para medicinas, educación, hospitales, carreteras y seguridad, entre otras muchas cosas indispensables para el desarrollo del país.

Esa es la verdadera causa de nuestros males. En las elecciones del 24 se presentará la oportunidad de votar para cambiar las cosas. Si no participamos ni motivamos a otros para que también lo hagan, seremos responsables de que el país  siga retrocediendo y le estaremos fallando a las próximas generaciones, entre las que se encuentran nuestros hijos y nietos.

¿No les parece a ustedes?

Muchas gracias y buen fin de semana.

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