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Columna:

Un partido venido a menos

2023-09-25 | 07:12 a.m.
Un partido venido a menos
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En la edición 2020 del Ranking de Confianza en las Instituciones de México, una encuesta de Mitofsky, se ubica al Ejército, a las universidades, a la Guardia Nacional y a la Iglesia como las organizaciones más respetadas y con mayor credibilidad en el país.

En contraparte, senadores, diputados, sindicatos y sobre todo partidos políticos son los que presentan las más bajas evaluaciones ciudadanas.

Los partidos, por ejemplo, sólo generan confianza en 5.3 de cada 10 mexicanos; y entre todas las fuerzas políticas, el PRI es el más destacado por el elevado rechazo social.

En un reciente estudio de dicha empresa encuestadora, levantado en agosto del presente año, el tricolor aparece como tercera fuerza política, debajo de Morena (38.6), y PAN (12.5 por ciento), pero sólo tiene 9.5 por ciento de las preferencias rumbo a 2024.

Además, el porcentaje de la población que asegura no tener ninguna disposición por apoyar a candidatos priistas es altísimo.

Esos datos son útiles para comprender la realidad actual del PRI en Veracruz: si bien tiene cartas de probada experiencia y alto nivel de conocimiento, como José Francisco Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Juan Manuel Diez Francos, también enfrenta un impresionante desgaste y rechazo social.

Más de 70 años en el ejercicio del poder, con una larga cadena de abusos y actos de corrupción, han terminado por socavar al Revolucionario Institucional.

El diagnóstico priista en la entidad no parece muy alentador para su militancia: además del descrédito, las dirigencias nacional y estatal tampoco ayudan mucho; al contrario, Alejandro Moreno representa los peor de la política en el país; y Marlon Ramírez es un cero a la izquierda.

El Comité Directivo Estatal parece incapaz de organizar a sus cuadros y a sus estructuras:

La entidad está integrada por 212 municipios, pero el PRI únicamente tiene 40 comités municipales instalados, aunque sólo existen en el papel; en la práctica son menos los que operan.

Algunos “dirigentes” municipales más bien responden a intereses personales o trabajan en la práctica con otras fuerzas políticas, como Morena por ejemplo.

Tampoco existen los consejos municipales ni los seccionales; incluso, el actual Consejo Político Estatal está vencido desde hace dos años.

Si el CDE no trabaja en su organización ni fortalece sus estructuras, ni promueve el crecimiento de su militancia, ¿qué hace? Se ignora: ni siquiera ha logrado articular un discurso convincente y tampoco se le ve como una fuerza realmente opositora.

La actual dirigencia estatal parece muy preocupada por administrar las prerrogativas; así las cosas, Ramírez Marín será más un estorbo que un aliado importante para los candidatos del Frente Amplio por México.

Si en los acuerdos entre las cúpulas de PAN, PRD y PRI se reserva para el tricolor la postulación del candidato a la gubernatura de Veracruz –lo cual es muy probable–, con toda seguridad el actual dirigente estatal tendrá que ser removido para dar paso a un delegado especial con funciones de presidente que sí opere y sea interlocutor confiable tanto con la oposición como al interior de su partido.

@luisromero85

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